jueves, 10 de julio de 2008

MENSAJE A LOS ESCRITORES


Compañeros Escritores e Intelectuales

Quiero en nombre de la Asociación de Escritores de la Costa y en el mío propio, agradecerles las innumerables notas de felicitaciones que nos han llegado por la realización de VI Parlamento de Escritores e Intelectuales, en homenaje al narrador Manuel Zapata Olivella.
Poco a poco hemos ido superando las fallas y sobre los errores de eventos anteriores, hemos cimentado las bases para mejorar y para ofrecer a la ciudad de Cartagena, la Arcadia del Caribe, y a los escritores e invitados un evento de alta categoría.
Desde el año de 2003 hasta hoy, repito lo que siempre he dicho, que estamos abriendo el camino con el machete de nuestra palabra, macaneando rastrojos y limpiando pringamosas y bejucos con el aliento de nuestra esperanza. No basta solo con escribir, también es necesario darle a la pluma una cuota de poder, y esta solo se consigue sembrando semilla y esperando que brote en tierra fértil.
Para todos ustedes, escritores que hicieron un esfuerzo, que por un momento se desprendieron de sus obligaciones, que sacrificaron otros compromisos, de todo corazón les ofrezco las excusas necesarias, pues montarlos y domar este portor no es nada fácil.
A los escritores que hicieron el trabajo intelectual, al sacerdote Richard Nieto, que seguramente dejo a sus fieles a las puertas de la Iglesia, a Juan Gutiérrez Magallanes, al entusiasta Benjamín Herazo, a Aníbal Tobón, a Franklin Howard Ortega, a Reinaldo Bustillo Cuevas, a Carlos Gutiérrez, a Rigoberto Moncada, a Don Antonio Botero Palacio, a Silvio Modesto Echeverría, a Alvaro Suescún, a Gustavo Tatis Guerra, a José Ramón Mercado, a Laura Margarita Medina, a Román Torres y Óscar Collazos. A todos ellos mis sinceros agradecimientos.
A las poetisas Margarita Galindo Steffens, a doña Cecilia Arbelaez de Castellar, nuestra decana, a Nora Carbonel, a Mariaelena Aldana, a Dora Berdugo Iriarte, a Margarita Vélez, a Vanesa Sánchez Conquett, a Yajaira Pinilla, a Dina Luz Acuña, a Lya Sierra, a Alicia Haydar Ghisays, que con su voz llena de alegría, llenaron de efluvios divinos el Palacio de la Inquisición.
A María Adelaida López, amiga que desde la querida Bogotá, estuvo atenta para prestarnos toda la colaboración necesaria y enviarnos el humano, demasiado humano, Documental MANUEL ZAPATA OLIVELLA Abridor de Caminos.
A Libardo Muñoz, quien estuvo atento para que todo estuviese a la altura. A Enrique Jattib, presidente del CIOFF, quien se prestó para ser el cómplice de los ágapes. A Quinota, enamoradizo, pero siempre atento a todo.
En Fin la lista es demasiado larga, pero es bueno recordar las comitivas de Antioquia encabezada por don Ismael Porto Herrera, la comitiva de Sucre, encabezada por William Arroyo, la Comitiva del Magdalena, encabezada por Silvio Modesto Echeverría, la comitiva del Atlántico encabezada por Amaury Díaz y Federico Santodomingo.
A la prensa de Cartagena, muy generosa como siempre. A los periódicos EL UNIVERSAL y LA VERDAD, que dieron importancia al evento y contribuyeron con su difusión al éxito.
A las empresas que nos apoyaron y consideraron como posible el esfuerzo de reunir a tantos y tantos escritores en Cartagena.
Para todos ustedes compañeros, gracias por esos mensajes y esas voces de aliento. Mis deseos y los de la Organización es que no dejemos que caiga el Sol.
Necoclí y Barranquilla NOS ESPERAN

Saludos cordiales,
JOCE DANIELS
Presidente de la Asociación de Escritores de la Costa

RECITAL

El Recitales de Poesías

Ocho poetisas que llenaron el escenario con sus voces y sus palabras, estuvieron presentes en el VI Parlamento de Escritores e Intelectuales del Caribe en Homenaje al narrador MANUEL ZAPATA OLIVELLA.
Llegaron de Barranquilla y se unieron a las de Cartagena de Indias, ybrindaron uno de los recitales más aplaudidos de los ultimos tiempos de la ciudad.
El recitalque se realaizó después de la instlación del Parlamento, contó con la presencia de Margarita Galindo Steffens, Cecilia Arbelaez de Castellar, Marialena Aldana, Alicia Haydar Ghysais, Dora Berdugo, Nora Carbonel, Lya Sierra y Vanbesa Sánchez Conquet.

PALABRAS DE INSTLACION


Señores Invitados

Hoy muchos de los escritores e intelectuales aquí presentes, por esas coincidencias inexplicables que deparan las claras cronologías y el inexorable dios Destino, recordarán que hace veinticuatro años, y casi a esta misma hora, en la sede de la Casa de la Cultura de Mompox, sometidos al inclemente calor y a las rachas de vientos aristocráticos que salen por las hendijas del tiempo de aquella ciudad señorial, en el marco del IV Encuentro de Escritores de la Costa, rendíamos el primero de muchos homenajes a Candelario Obeso, considerado por la crítica universal como el iniciador de la poesía negra en América.
Aunque esta es una nueva época y aparentemente las circunstancias han cambiado, este VI Parlamento de Escritores e Intelectuales del Caribe, que rinde homenaje a Manuel Zapata Olivella, el más importante narrador y defensor de la diáspora afroamericana y el oricha que a lo largo de casi sesenta años de vida escarbó el más lejano rincón de la tierra buscando encontrar las raíces y ancestros que unieran a los descendientes de los negros esclavizados, y al que muchos de ustedes desde diferentes ciudades y pueblos de nuestro país se han desplazado a este bello rincón apacible, a esta bella Arcadia del Caribe, donde según palabras del poeta Luís Carlos López, / se come arroz/ carne y arroz, quiero darles la bienvenida y un caluroso saludo, en nombre de la Organización y en el mío propio y que en estos tres días en verdad despertemos el espíritu dormido de Manuel y el alma de todos los afrodescendientes que han luchado y han muerto en la búsqueda de las raices que originó la diáspora africana por el mundo y en especial la de los esclavizados en Améric.a
Este VI Parlamento de Escritores e Intelectuales, sesiona para rendirle tributo a Manuel Zapata Olivella, para reconocer la valía de ese trozo de genialidad que pergeñó las obras con más profundidad política que se hayan escrito en el país, y en honor a su memoria, por la dignidad de su espíritu, no puede soslayar, no puede eludir o taparse los oídos ante las voces, el clamor y los trenos de los miles de millones de colombianos que viven en la pobreza y en la miseria, de los cientos de miles de secuestrados y mucho menos en estos momentos en que sobre la Dignidad de la Nación, encarnada en los descendientes de Temis, la ciega e inexorable diosa de la Justicia, se cierne y siente la presión del ejecutivo, que aplicando el principio maquiavélico de que el fin justifica los medios, quiere encaramarse sobre la única rama del Poder que en los últimos años ha dignificado al país con su proverbial y tradicional rectitud. Sería la debacle en un país que se precia de ser leguleyo, de estar bajo el amparo de Santander, pues si el gobierno respeta y acata los fallos, que quedaría para los demás, para nosotros, para la gente del común.
Este VI Parlamento, como en años anteriores, que exaltó la obra y la vida de los intelectuales Juan José Nieto, Manuel María Madiedo, Pedro Sondereguer, Oscar Delgado, Abel Ávila Guzmán, Jairo Mercado Romero y Jorge Artel, y porque es de su esencia, alzará la voz de los ancestros, honrará muy bien el pensamiento de Manuel Zapata Olivella. No bastará con leer cuentos y poesías, ensayos y novelas, sino que también clamará por los derechos de los discriminados, denunciará los atropellos contra los intelectuales, señalará los causantes de tantas y tantas desgracias, reclamará la paz a quienes la violentan y fijará su posición ética, su compromiso público, frente a tantas y tantas noches violentas, frente a tantos y tantos días funestos, frente a tantos momentos de incertidumbre, en el Documento de Cartagena.
Para los escritores e intelectuales que llegan por primera vez, para quienes esperan toparse con el ostentoso palacio del Congreso, es bueno recordarles que este es un Parlamento sin poderes, es un Parlamento que desde sus inicios, desde que lo fundamos como una de las más quiméricas empresas de la fuerza de la palabra, está conformado por escritores e intelectuales, no es un parlamento, como los tradicionales, donde tienen asiento nobles y lores, condes y plebeyos, pares y validos, politiqueros y burócratas, pícaros y rufianes. Los delegados a este magno cuerpo no son elegidos en urnas vigiladas por la gendarmería, los miembros de este congreso no hacen parte de los espirales de la corrupción. No. Los que asisten a este Parlamento traen como única carta de presentación, como único pase, como salvoconducto de sus correrías la impronta de la palabra, oral o escrita.
De allí que la política del Parlamento no puede ser una política oficial de decretos y compromisos, tampoco de leyes y contubernios, sino que debe constituir un arriesgado experimento de alteridad, donde la única credencial que nos legitima para participar, hablar, debatir, controvertir y discernir es la palabra oral o escrita consignada en nuestras obras. Aquí no se puede venir a cazar votos, a comprar conciencias, a intimidar. No. Este Parlamento tiene marcada en su astrolabio, tiene señalada en su brújula, tiene signada en su proa, la ruta que le marca la literatura, y en especial, aquella que vislumbra un horizonte promisorio para las generaciones actuales y venideras.
Quiero aclarar que desde el mismo momento en comenzamos a hablar del Parlamento de Escritores como espacio de reflexión, muchos fabuladores e intelectuales también empezaron a preguntarse qué beneficios podría traer un evento de esa índole, pues el foro tradicionalmente ha sido reservado a la clase política, que en nuestro país, como en muchos países del mundo, no goza de los mejores epítetos y tampoco de reconocimiento y porque además, según muchos escritores lo pregonan, no existe ningún lazo entre política y literatura, entre literatura y política.
En este sentido un Parlamento de Escritores tiene mucho que decir, analizar, reflexionar, discutir, orientar y sobre todo difundir el pensamiento, pues nadie con más autoridad que el escritor para discernir entre lo que conviene o no conviene a la sociedad y al bien común.
Debo reiterar lo que he dicho en los anteriores eventos, que uno de los objetivos principales que tenemos es la defensa del Derecho de la Palabra y la libertad opinión y proteger a aquellos escritores e intelectuales de la persecución de gobiernos prepotentes, de patronos perseguidores y de medios que ven un peligro en la palabra oral o escrita y de manera arbitraria, en connivencia con las autoridades, aplican toda clase de censura y de mordaza. El más importante y fundamental Derecho que tiene este Parlamento es este: Nuestra Palabra, que es la voz de nuestro pueblo.
Los escritores del Caribe somos conscientes de la guerra que arrambla en cada rincón del país, de la barbarie del conflicto armado, que a la vuelta de cada esquina en tiempos recientes, se recrudeció y enlutó miles de felices y humildes hogares, de las fosas de cientos de NN, que han ido apareciendo a medida que se ha destapado el arcano secreto de los jefes genocidas, y cuyos restos sirven de alimento a la madre naturaleza, de la controvertida y generosa ley de perdón y olvido que en últimas por poco se convierte en la patente de corzo para quienes en otras épocas fueron los aliados del aparato militar. Frente a esa cantidad de problemas en que se debate la sociedad colombiana y mundial, de los peligros que la acechan, tanto de la izquierda como de la derecha, y de su incierto porvenir, no debemos cruzarnos de brazos o marginarnos de la grave situación que padecen nuestros pueblos nativos y aborígenes despojados de sus territorio.
Por eso es deber ineludible de este Parlamento de escritores e intelectuales prestar su voz a los colombianos silenciados por la violencia, a nuestros compatriotas callados por el desplazamiento, a los campesinos refugiados por la guerra, a los periodistas silenciados por el fuego, a los escritores censurados por su ideología, a los 11 millones de indigentes que cada amanecer esperan el milagro de que desde el cielo les caiga una lluvia de maná y a los vientipico de millones de colombianos que columbran cada día y asombrados miran como las puertas del horizonte de esperanzas lenta y paulatinamente se cierran.
Este VI Parlamento que rendirá homenaje a la memoria y a la obra del narrador loriquero, con una diversidad de conferencias de quienes han analizado su obra, de los amigos que lo conocieron y estuvieron muy cerca de él, de las personas que de una u otra manera compartieron y escucharon su voz de Polifemo encantado, de quienes siguieron sus pasos por los diferentes lugares a donde estuvo, de quienes fueron testigos de su hégira desde que salió de esta ciudad cuya ingratitud es inexplicable, Sabremos mucho más de Domingo Vidal, el protagonista de en Chimá nace un Santo, nos develarán los misterios de Chango, el Gran Putas, la más grande epopeya americana.
Pero también el Parlamento abordará tópicos referidos a la creación y al compromiso del escritor, manteniéndonos siempre en nuestra línea de someter la ideología y la política a los riesgos de la literatura.
Como testigos de la situación que vive el país, como protagonistas de la incertidumbre que se cierne sobre nuestras almas porque nos ronda la guadaña de Átropos, que espera que le demos papaya para darnos el zarpazo, el VI Parlamento debe ser más activo con estas circunstancias, que sea los ojos, los oídos y la reflexión crítica de nuestra realidad, y que tienda puentes con otros movimientos sociales que hoy manifiestan en la calle su inconformidad con la guerra, la inequidad, la desigualdad social, la privatización de la educación pública, la expoliación de nuestro patrimonio natural, el secuestro y en especial con la clara ingerencia que el ejecutivo, utilizando todas las formas de desprestigio y de maquinaciones contra la Honorabilidad de las Altas Cortes, valiéndose de sus adláteres, y de la casi vergonzosa prensa, quiere desconocer, como antaño lo hicieran los reyezuelos medioevales, las providencias de magistrados y jueces.
Es menester en estos momentos que nuestra literatura llegue a todos los rincones de Colombia, no solo a críticos y especialistas, sino a Instituciones Educativas, oficiales y privadas, a maestros y docentes, a estudiantes y educandos, pero esa debe ser una labor conjunta, de acuerdos y apoyos entre administraciones locales, departamentales y organizaciones de escritores, es de la única manera que podríamos competir con la literatura tradicional empotrada y oxidada en el alma de muchos educadores.
No podemos negar que existe mucha diferencia entre la literatura que se producía a mediados del siglo pasado y la actual. En aquellos tiempos se hablaba de compromiso, porque escribir de cierta manera era actuar, a través de los cuentos, de las novelas, de los poemas, el escritor ejercía su condición de ciudadano, de miembro de una comunidad que tiene la obligación social y cívica de participar en el debate y la solución de los problemas de su sociedad. En aquel entonces, la pluma y el papel, las letras y la tinta, no sólo eran la materialización de la vocación de escritor, era también el ejercicio de las obligaciones ciudadanas y sociales, era el continuado esfuerzo por mejorar el mundo, era justificar la propia vocación.
Mientras en esa época Sastre representó el péndulo de opiniones que iba del compromiso a la desconfianza del escéptico, en nuestros días Vargas Llosa sugiere que se busque en punto intermedio.
Si la literatura como muchas personas lo asevera, al decir que es exclusivamente un artículo de entretenimiento, no habría en el mundo un cementerio tan grande de obras censuradas y echadas a la pira del fuego purificador. En todo caso, las sesiones de este VI Parlamento de escritores buscará, como lo ha tratado en años anteriores, encontrar la relación entre Literatura y Política.
Para eso hemos venido aquí, para hablar de Manuel Zapata Olivella, para escudriñar su obra y su pensamiento, para que en Eleggua, no vuelva a repetirnos aquella frase que una mañana de junio, pocos meses antes de perder la batalla ante la parca, nos dijo que “en este país nadie le ha metido el diente a mis obras”.
Por la boca de muchas voces autorizadas, a lo largo de estos tres días de charlas y debates, de lecturas y discusiones, sabremos como fue su vida errabunda y andariega y tendremos una visión real y auténtica de lo que encierran sus enigmáticas obras.
Pero también iremos abriendo la senda, macaneando con nuestra pluma y nuestra palabra el camino a la literatura, para que en el futuro se convierta en una alternativa frente al fracaso que en nuestros días sufren la ideología y la política.
Antes de finalizar, en mi condición de timonel de este Titanic, hecho con la estructura de nuestras voces y palabras, que surca contra viento y marea las procelosas aguas del Caribe, quiero agradecer públicamente al señor Gobernador, Dr. Joaco Berrío, a la señora alcaldesa, nuestra querida amiga Judith Pinedo de Zea, por aceptar esta invitación, también la valiosa colaboración que nos han prestado los Fondos Mixto de Cultura, Distrital y Departamental, a sus gerentes, Doña Mara Bertrocal y doña Marcela Nossa, al Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena y en especial a su directora, la querida investigadora y periodista Gina Ruz Rojas, al Museo Histórico de Cartagena- Palacio de la Inquisición, a su director don Moisés Álvarez Marín, a la Asociación de Maestros Jubilados de Bolívar, a su presidente el eximio don Manuel María Maturana, y algunas personalidades como don Antonio Botero Palacio, don Ricardo Vélez Pareja, doña Cecilia Arbelaez de Castellar, don Florentino Borbúa del Castillo, a los miembros de la Junta Directiva de la Casa de España, especialmente a don Amaury Cavaleiro, y a algunas empresas privadas que con sus rotundos NO, nos dieron el aliento para luchar por nuestra causa, pues sin el apoyo de ellos hubiese sido difícil este evento y, naturalmente agradecerle también a los hijos bastardos y mayores de la tecnología: el computador y el Internet.
En fin podría expresar muchas, pero muchas opiniones, casi con la inmensa alegría que tuvimos hace veinticuatro años bajo la fronda tupida de los ancianos sancuaraños en el bosque Santander de Mompox, cuando le tributábamos el primero de los homenajes, cien años después de muerto a Candelario Obeso, el iniciador de la poesía negra en América y por esas ironías que nos depara el prepotente dios Destino, también esta noche le tributamos quizás el primero de los homenajes a Manuel Zapata Olivella, el escritor loriquero y el primero que inicia la búsqueda de las raíces de la diáspora afroamericana y el más ferviente defensor de los derechos de los Negros en América.