lunes, 4 de mayo de 2009

El Exilio en la obra de Ramón Vignes

Eduardo Márceles Daconte
(Escritor de Aracataca - Colombia)

Si bien dedicó sus mayores esfuerzos a la dramaturgia, al periodismo y la docencia, Ramón Vignes (nacido en Berga, Cataluña, en 1882) tuvo tiempo para escribir una serie de cuentos que reunió en tres libros. A la edad de 27 años, en 1909, publicó en Barcelona su primer volumen de prosas poéticas L´ardenta cavalcada. Más tarde se conoció su volumen de cuentos En la boca de las nubes y en 1984 se lanzó su colección de narraciones breves bajo el título Entre sambas y bananas. Escritos originalmente en catalán, por encargo de la Editorial Norma, fueron traducidos al español por Montserrat Ordóñez, poeta y catedrática catalana radicada en Bogotá, con un sencillo prólogo de Jacques Gilard, reconocido especialista de la obra literaria de García Márquez.
Entre sambas y bananas reúne seis cuentos escritos en diferentes épocas, aunque cinco de ellos fueron escritos en Barranquilla entre 1942 y 1944, el cuento Dietario a saltos había sido publicado en la década del 30 en la revista barcelonesa Mirador. Estos cuentos tienen el común denominador de la amarga vivencia del exilio o la nostalgia del inmigrante por su tierra natal. Una pascua de resurrección en el trópico, el primer cuento del volumen, narra las aventuras de Jordi Homs, un catalán perdido en la selva de Brasil, trabajando como garimpeiro o buscador de diamantes, metido hasta la cintura en las cenagosas aguas de un río, rodeado de penalidades. Vignes aprovecha este escenario para expresar su opinión del trópico: tierra caliente y peligrosa, de ríos caudalosos, sol abrasador, mosquitos, serpientes y hormigas venenosas, tigres y pumas al acecho, vampiros y enfermedades. Sin embargo, es un lugar donde florece el amor entre el catalán Jordi y Emmy, una venezolana huérfana que ha heredado una pequeña fortuna de su padre garimpeiro.
De la selva brasileña emigran a Ecuador y se asientan en Cabuco, un villorrio a orillas del río Amazonas, pero aquí las cosas no son mejores y Jordi fallece después de haberse dedicado a la ganadería con el dinero de su mujer. El cuento narra entonces las peripecias de una celebración de pascua en la cual Emmy se enamora del novio de su sobrina Pola y su sorpresivo matrimonio. Se detiene en la descripción minuciosa de los encantos físicos del indígena que seduce a la viuda. Sin embargo, los conflictos que genera una conspiración engañosa conducen a la separación de la pareja.
En el epílogo, el autor explica que esta historia la escuchó de la protagonista en la Sierra Nevada de Santa Marta donde se radicó después de huir de Cabuco en compañía del negro Choi, el capataz de su potrero, quien le advirtió del peligro que corría por cuenta del indígena. En mi opinión, es este el cuento que mejor resume la narrativa de Vignes en tanto que fluye de manera armónica con un tema caro a sus intereses de recrear la vida exótica del trópico. Manifiesta el asombro ante un paisaje peculiar, diferente a cualquier recuerdo de Europa, deslumbrado por la vitalidad de la naturaleza y los colores de arcoiris que pintan los crepúsculos y amaneceres de la región.
Algunos cuentos están narrados en primera persona, una técnica que de alguna manera remite a elementos autobiográficos entretejidos con la ficción como es el caso de El cuento de una casa de vecindad en el cual narra los incidentes cotidianos del edificio de seis pisos donde vive el narrador con cinco refugiados catalanes. Se deduce que está situado en Barranquilla por cuanto desde los pisos altos se observa la “raya de plata” del río Magdalena el cual “nacido en la cordillera central andina de Colombia, se nos muestra en la parte final del camino, ya a punto de verterse en el Caribe”. Este segundo cuento del libro inaugura su exploración de la vertiente surrealista, de escritura automática, que según Gilard está “muy cercana a la corriente del realismo mágico que, desde los años cuarenta, ha venido triunfando en la literatura hispanoamericana y, teniendo en cuenta las fechas, casi un anticipo de esta corriente”.
En esta casa viven personajes extraños que interactúan de manera absurda. En el primer piso se alojan tres viudas que se entretienen con dos mandriles y un tití. También encontramos a un músico que interpreta en su piano melodías folklóricas del interior del país, un hindú de piel morena y turbante, y un bonzo con voz de mármol donde se comenta que hacen sesiones de “magia científica”. Más arriba se ubica un matrimonio solemne evadido de Hollywood y en el sexto piso habita una Cenicienta y cuatro brujas viejas “más erizadas que las brujas de Macbeth”, según comenta.
En su balcón, la Cenicienta posee dos jaulas con turpiales que se desgañitan con trinos estridentes. Los refugiados catalanes sólo se animan cuando escuchan buenas noticias en la radio, pero son pocas y contradictorias, por tal motivo aceptan que los simios de las viudas les ayuden a matar el tiempo. En un acceso de locura los mandriles torturan y asesinan a los turpiales, pero el mago hindú los revive para beneplácito de todos. El cuento termina con la implicación de que solo el trópico ecuatorial puede generar las condiciones para este tipo de historia fantástica.
El siguiente cuento es aún más enrevesado. Venus calipigia, o Venus de bellas nalgas, narra las vicisitudes de una pareja en Barcelona que riñe por una estatua de esta diosa griega que decora la sala de la casa. Paula, la mujer, se opone por considerarla de mal gusto, pero Miquelet se obstina en mantenerla allí. Aprovechando un viaje del marido, la mujer esconde el yeso en un depósito, pero cuando regresa la estatua ha desaparecido. Brauli, un amigo de la pareja, les advierte que la diosa es vengativa, así un día que van de compras, de manera repentina, Miquelet declara su amor al mancebo que les atiende en una mercería, un impulso que él atribuye a la venganza de la diosa. En este cuento, como en los demás, Vignes manifiesta un amplio conocimiento de la mitología griega y del teatro clásico con nutridas citas a los dioses del Parnaso, así como personajes del teatro de Shakespeare o Eurípides.
A la luz de la narrativa contemporánea, más inclinada a ser escueta y objetivista, la cuentística de Vignes se nos ocurre de un barroco existencial que se engolosina con los detalles recargados de imágenes, a veces herméticas, aunque es necesario destacar la personalidad poética de un lenguaje metafórico que enfatiza una adjetivación original (un sol convaleciente, electrizada hostilidad, versos cataráticos, etc.) y ocurrencias inéditas en la literatura hasta aquel momento. En su cuento Un Lord Northcliffe de tierra caliente relata un debate entre el poeta Aníbal Roldán y el filósofo Moriñigo con Belerofonte Pérez (Northcliffe). Los amigos beben brandy en una taberna y lanzan diatribas sobre diversas instituciones y personajes. En uno de ellos, que tal vez resume la opinión crítica que sostenía Vignes sobre la prensa, dice: “Los rotativos modernos exhiben un absurdo trágicogrotesco. Con el pretexto de que se escriben para agradar a las multitudes, los directores justifican que el rotativo se parezca a un carro de basura”.
Si bien García Márquez lo bautizó como “el sabio catalán” en su novela Cien años de soledad, no es Vignes el hombre serio, solemne y circunspecto que podría pensarse de un “sabio”. Por el contrario, sus cuentos destilan un humor corrosivo, a veces sarcástico, juguetón, que en términos caribeños se podría catalogar dentro del concepto de “mamar gallo”, es decir, encontrar el humor en las cosas más prosaicas o solemnes sin darles mayor trascendencia. En una de las discusiones, por ejemplo, “Blai Laperoni (uno de los contertulios) asegura que él es un poeta dulce, dulce y nada más: un poeta dulcísimo, redulcísimo, tan dulce que tuvo tres prometidas y las tres se volvieron diabéticas”.
Es muy probable que García Márquez haya conocido estos cuentos de su personaje macondiano que garrapateaba sus escritos con tinta violeta, aunque para las fechas que los escribió, el escritor colombiano cursaba el bachillerato primero en Barranquilla (1940-1942) y luego en Zipaquirá (1943-1946), en la región andina. Gabo sólo llegó a vivir a Barranquilla en enero de 1950, cuando se vinculó al diario El Heraldo, así que sólo alcanzó a conocer por poco tiempo a Vignes quien regresó a Barcelona el 15 de abril de ese mismo año dispuesto a revivir sus marchitos laureles teatrales, muriendo dos años después, en 1952. De lo que sí estamos seguros es del estímulo que recibió del sabio catalán cuando su novela La hojarasca fue rechazada por el editor español Guillermo de Torre de la editorial Losada de Argentina con una carta despiadada en la que le sugería olvidarse de la literatura. Entonces Vignes no sólo lo consoló, sino que la revisó párrafo por párrafo, capítulo a capítulo, alabando sus aciertos y corrigiendo sus debilidades.
En el cuento La pesadilla de una calle de Tolosa, el autor nos sumerge en una verdadera experiencia onírica. En sus inicios explica que “viví un tiempo de exilio en un cuarto tenebroso de una vieja calle de Tolosa del Languedoc, calle aún más estrecha, si eso es posible, que la vieja calle barcelonesa de las Doncellas… Era una calle estrecha como la tripa más estrecha; una calle estrechísima. Yo sacaba el brazo por la ventana y casi tocaba la casa de enfrente”. Pues en esa casa de enfrente es donde suceden las cosas más insólitas. De una ventana, que es más bien una rendija, se asoma una bola de pelo, de otra ventana se escapa un suspiro, “como un humo”, con apariencia de mujer, y un día se abre la puerta principal para dejar ver la peluquería para damas de Fifí y César. Es el cuento más fantástico de todos, un recorrido por el subconsciente con sus símbolos de erotismo sublimado y la incógnita de espacios cerrados a la introspección racional. A raíz de esta pesadillesca experiencia, el protagonista decide marcharse a Colombia donde, en un sueño, resuelve el misterio terminando el relato con una frase enigmática: “El paisaje tropical huele a canela”.
La narración más antigua del libro es Dietario a saltos, es la historia de un fakir en circo de feria. También aquí la idea del exilio está presente, no sólo por la implicación de errancia y desarraigo que supone un circo, sino también por la nostalgia evocadora del personaje que recuerda su pueblo rodeado de montañas cubiertas de nieve. A diferencia de los cuentos con argumentos retorcidos, este es un cuento lineal narrado en forma de diario, sin divagaciones retóricas, que alude a una situación personal en tiempos de crisis económica. Es una historia de amor, triste y trágica, que recuerda una pintura del período azul de Picasso. Son los personajes típicos de un circo aunque aderezados de fantasía: la mujer serpiente, la amaestradora de una foca huérfana, la mujer cañón deprimida porque pierde peso y un payaso que confiesa su amor imposible por Elsa, una trapecista quien, a su vez, cuenta su amarga vida al narrador.
Con estos cuentos Vignes se anticipó, aunque visto desde una perspectiva diferente, a la corriente del realismo mágico que sentaría sus bases de manera definitiva a partir de la década del sesenta con Gabriel García Márquez, uno de sus más fieles admiradores y quien lo inmortalizó en su renombrada novela sobre la estirpe de los Buendía. Sólo nos resta desear que, en lugar de tantas obras de teatro que permanecen archivadas en el desván de la historia, Vignes nos hubiera deleitado con más cuentos y alguna novela de su genial e imaginativo repertorio.

Ética, Literatura y Política


Rafael E. Yepes B.
(Escritor Cartagenero)


Un hombre sin ética es una bestia salvaje
soltada en este mundo.
Albert Camus.


Hemos querido comenzar esta breve reflexión, partiendo del análisis de un artículo publicado en la revista dominical de El Universal el día 6 de septiembre de 1988, en el cual, su autor, Moisés Rocha Jiménez, resalta la imagen de uno de los más grandes cantantes y músicos cubanos, el gran “Benny” Moré, el “Bárbaro del Ritmo”, llamado así por su enorme talento y extraordinaria capacidad para improvisar. No creemos pecar de exagerados si afirmamos que es, tal vez, el mejor cantante antillano de todos los tiempos pues su voz es inigualable y su estilo ha sido imitado por muchos intérpretes como Héctor Lavoe (q.e.p.d.), Oscar de León, Rubén Blades, Cheo Feliciano y Andy Montañez, entre otros.
Pero este no es el objeto de nuestra disertación. Lo que aquí nos motiva y nos impulsa a mencionarlo, es una anécdota suya referida por Rocha Jiménez en su escrito, según la cual, estando “Benny” Moré en el escenario de un lujoso local, listo para comenzar su actuación, se enteró de que a un amigo suyo, el cantante de “feeling” José Antonio Méndez, no lo dejaban entrar porque era negro. Su disgusto fue tal que ordenó a la orquesta bajar del escenario y, junto con su amigo, se fueron para otro lugar a cantar y a celebrar hasta el amanecer, sin importarle un bledo el contrato ni el dinero ni nada. Sólo una cosa tenía clara: la solidaridad y la lealtad para con alguien que, como él, también había sido víctima de la discriminación social por ser negro y, además, pobre.
Vale la pena preguntarnos, entonces, hasta dónde es posible la formación ética y la educación en valores a través de la literatura o de un escrito como el presentado. A lo largo de la historia abundan los ejemplos y, en más de una oportunidad, una novela, un cuento, un poema, un ensayo o simple artículo periodístico han sido utilizados para reflexionar acerca de la importancia de los valores, la ética profesional, el deber moral y otros temas similares.
Sin embargo, tanto la teoría como la práctica de la moral poseen un trasfondo político, social y económico que las relativiza, lo que permite que un hecho sea juzgado a partir “del color del cristal con que se mire”. Por ello, ¿Cuál es la diferencia entre estudiar a Borges o a Sade? ¿Quién tiene más “valor moral”, García Márquez o Vargas Vila?
Durante la época de la Colonia, el Tribunal de la Santa Inquisición (aún creemos que existe) publicó un códice o guía de autores prohibidos por la Santa Madre Iglesia que no debían ser leídos por los fieles católicos so pena de ser excomulgados y quedarse para siempre condenados al fuego eterno de Lucifer. No obstante, en la lectura de estas obras interdictas encontramos innumerables ejemplos de valores éticos trascendentales que cuestionan esta medida coercitiva y, a todas luces, prejuiciada.
Herederos de la cultura judeocristiana y de la moral farisea traída por los españoles, los colombianos nos hemos acostumbrado al juego de la doble moral: dejar hacer y dejar pasar (laissez faire, laissez passer) siempre y cuando nadie se dé cuenta. Ese fue el motivo por el cual Vargas Vila fue sometido al ostracismo durante tanto tiempo. El mismo que mismo que propició el juicio a Oscar Wilde, el asesinato de Federico García Lorca y la condena en el “El Extranjero” de Camus. ¿Qué otra cosa podría ser si no el valor de atreverse a decir y a vivir lo que otros ocultan por pura conveniencia mezquina? Afortunadamente, el Papa Juan Pablo II, ese santo varón ya fallecido, en nombre de la Iglesia, le pidió perdón al mundo por el genocidio que significó la conquista y la colonización de América, lo mismo que la brutalidad cometida contra Galileo Galilei.
A mediados de los años sesenta del siglo pasado, los postulados que fundamentaban la moral cristiana fueron cuestionados. Mayo del 68, el Movimiento Hippy, la Revolución Cubana, el Movimiento Feminista, el “Poder Negro”, Martin Luther King y otros acontecimientos más, pusieron sobre el tapete la lucha por los derechos de los más débiles, de los discriminados en razón de su raza, sexo, religión u orientación política. El Concilio Vaticano II le abre las puertas a la Teología de la Liberación, produciéndose una especie de “cisma” entre el clero católico conservador y el de “izquierda” que comulgaba con las tendencias socialistas de la época.
El hombre de la segunda mitad del siglo XX contempló el desplome de las cosmovisiones filosófico-religiosas y se sintió huérfano de una imagen religiosa que fundamentara la normatividad moral de la sociedad. Esto, produjo una crisis de valores morales que se sintió primero en los países desarrollados y, luego, en los subdesarrollados, llamados eufemísticamente “en vías de desarrollo”. Esta crisis provocó un “vacío” ético al ser afectadas las éticas tradicionales.
Ante esta situación, la Ética se vio obligada a asumir su autonomía y, desde ella, construir nuevos fundamentos que “llenaran” el vacío dejado por la desaparición del código moral único, el judeocristiano. Dicha fundamentación, se hizo teniendo en cuenta el pluralismo moral surgido de la crisis de las grandes religiones y de la autonomía reivindicada por los diferentes grupos culturales y políticos que se sentían marginados por la visión totalitaria del mundo que existía hasta entonces.
Esta Nueva Ética, fundamentada en el diálogo, propone algunas actitudes más acordes con el ser específico del hombre, desde las cuales se puedan enfrentar los problemas de sociedad actual como la miseria, la violencia en todas sus formas, el desempleo, la guerra, el hambre, la corrupción, la eutanasia, el aborto, las uniones del mismo sexo, la contaminación ambiental, la destrucción de los ecosistemas, la manipulación genética, la experimentación científica, los nacimientos in Vitro y la clonación, entre otros.
La Ética Dialógica o Comunicativa, que se sustenta en el diálogo y la argumentación, plantea la negociación como fórmula para llegar a los acuerdos que beneficien a todos por igual, sin diferencias de ninguna clase. Nace así, un nuevo código moral que remplaza al anterior: la Moral Civil, la cual tiene el reto de corregir y transformar los errores cometidos por la Moral Religiosa para poder alcanzar la convivencia pacífica anhelada por todos.
De allí, que la literatura siga generando polémica al ser utilizada como instrumento para la enseñanza de los valores éticos universales, en especial, la tolerancia y el respeto por la diferencia, fundamentos para la convivencia pacífica que necesitamos con suma urgencia. De no ser así, dejaría de cumplir su función como tal y se convertiría en un medio para estigmatizar, juzgar y condenar a todo aquel que piense o actúe distinto a los demás. Como en la época de la Inquisición y de la reina Victoria, del “realismo socialista”, de la “Revolución Cultural”, del nacional socialismo, del fascismo y de los más oscuros momentos de los totalitarismos de izquierda o de derecha.
Todos recordamos con horror el genocidio nazi contra los judíos, los campos de trabajo forzado soviéticos, las masacres de las dictaduras militares en América Latina, la intolerancia de los dirigentes cubanos a comienzos de la Revolución y que aún persiste en nuestros días, las intervenciones militares norteamericanas en diferentes partes del mundo para detener el avance de la “amenaza comunista” o defender sus intereses económicos, las masacres y los desplazamientos forzados en nuestro país por cuenta de la guerrilla, el narcotráfico, los paramilitares y la violencia del Estado contra todo aquel que se oponga o no esté de acuerdo con sus ideas u opiniones.
Quienes estamos al frente de la enseñanza del lenguaje y de la literatura no debemos olvidar jamás el compromiso moral que tenemos de formar hombres y mujeres libres de todo rencor y desprecio por las ideas ajenas para lograr un mundo mejor en donde todos quepamos, sin distingos de ninguna clase, y en el cual pueda llegar a ser realidad, algún día, el Paraíso Terrenal que tanto anhelamos.
Además del compromiso moral, también tenemos un compromiso político, puesto que la literatura no puede ser ajena a su momento histórico. No se trata de ponerla al servicio de la política, como ha sucedido tantas veces, sino de coadyuvar en la transformación de la sociedad, pues el hombre, así como es un ser social, también es un animal político.
Por eso, ¡Qué vivan para siempre Sartre y Camus, Wilde y Whitman, Lorca y Neruda, García Márquez y Vargas Vila, Sade y Borges y todos aquellos que sería interminable mencionar por su contribución al desarrollo del valor ético más universal: la tolerancia y el respeto por la diferencia como su aplicación práctica.!

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
APEL, Karl Otto. Teoría de la verdad y ética del discurso. Paidós, Barcelona, 1991.
ARISTOTELES. Ética a Nicómano. En Obras. Aguilar, Madrid, 1997.
BACON, Francis. Ensayos sobre la moral. UNAM, México, 1974.
BUNGE, Mario. Ética y ciencia. Siglo XX, Buenos Aires, 1983.
CORTINA, Adela. La ética de la sociedad civil. Anaya, Madrid, 1995.
Dominical, Cartagena, 6 de septiembre de 1988.
FROMM, Erich. Ética y psicoanálisis. F. C. E., México, 1969.
GONZALEZ A., Luis José. Ética latinoamericana. U. Santo Tomás. Bogotá, 2003.
HABERMAS, J. Teoría de la acción comunicativa. Taurus, Buenos Aires, 1989.
KÜNG, Hans. Proyecto de una ética mundial. Trotta, Madrid, 1990.
MONSALVE, Alfonso. Teoría de la argumentación. U. de Antioquia, Medellín, 1992.
ROCHA J., Moisés. “Benny” Moré: el “Bárbaro del Ritmo”. En El Universal

Nostalgia, la presencia de Meira Delmar

Álvaro Suescún T.
(Escritor barranquillero)
Especial para el VII Parlamento de Escritores del Caribe-

La atmósfera emocional de su lenguaje, la visible intensidad de la expresión y el memorable registro lírico de su poesía fueron herencia de sus tempranas lecturas del romancero español y de los clásicos de la llamada Generación del 98.
De ahí, no de otro lugar ni de otro sentir, son esas imágenes elaboradas con reiteración en las que son notorias sus preferencias por los cielos claros separados por la lluvia, las flores frescas de su jardín, el verde río de la primavera, el corazón encendido, ese amor que nunca fue, el amor ni ganado ni perdido, la voz estremecida del viento en las colinas, y el mar abierto de altos oleajes que regresa a la antigua orilla. Tantos recursos verbales se deshojaban en cascadas de poemas que, desde ese portento que era su memoria sensitiva, nos traía al recuerdo aquellos paisajes literarios que perduran inasibles en el chorro ondulante de sus palabras.
De manera inteligente encontró el modo más apropiado para devolver, al mundo que habitamos, la belleza que nos ha sido conculcada en esos actos de horror y de guerra, que a ella tan mal le resultaban. La nobleza le vino por la convergencia entre culturas diferentes: por la proveniencia de sus ancestros era árabe, por la vertiente abierta de sus palabras se descubría sin dificultades la influencia española, y en la traducción del lenguaje de la naturaleza, ese gozo en la presencia de riberas y playas, se delataba su compromiso caribe, con esa mezcla enriqueció la poesía colombiana de tal manera que no se puede hablar de una altura clara, intensa y pura en la lírica nacional sin nombrarla. Era, más allá de la circunstancia inexorable de la muerte a sus casi 87 años, una presencia dulce, profunda, nostálgica, de una ternura y una generosidad inagotables. Así la percibimos todos los que desde aquel miércoles de marzo quedamos huérfanos de Meira Delmar.
Sus poemarios, publicados entre 1942 y 2007, enriquecen la historia y los caminos de la poesía en lengua castellana: Alba de Olvido (1942), Sitio del amor (1944), Verdad del sueño (1946), Secreta isla (1951), Huésped sin sombras (1971), Reencuentro (1981), Sitio del amor, 1994, Laúd memorioso (1995), Alguien pasa, (1998) y Viaje al ayer (2007), y las antologías Sus mejores versos, (1962), Poesía (bilingüe, italiano y español, 1970), y Pasa el viento (1998), dan cuenta de las preocupaciones y temas recurrentes en su obra: el olvido, el amor redescubierto, la percepción de los paisajes, las asperezas del dolor y sesgos de la historia contemporánea (muy marcada, sobre todo, en Elegía de Leyla Khaled). La Universidad del Norte publicó en su serie editorial en 2003 el volumen “Meira Delmar: Poesía y prosa”, compilación de su obra total, notable esfuerzo en el trabajo de edición realizado por María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ariel Castillo.
En Secreta Isla, el cuarto de sus libros, alcanzó el tono de su voz. Tal vez en los tres primeros haya más de una influencia detectable, nadie escapa a ellas, pues es sabido que Meira Delmar se buscaba en esas grandes poetisas de nuestro continente que tanto admiró, pero no se encontró allí. Juana de América, como también llamaban a la de Ibarborou, era un caudal de escritura, rico y abundoso, la alegría que -dicha con las palabras de Meira con mucho de humildad- sus poemas poco tenían de eso. Gabriela Mistral, la divina Gabriela, era el dolor, el llanto, su obra es una herida abierta, y ya sabemos que la sangre es espíritu, de eso no hay en los textos de nuestra poetisa mayor. La rebeldía de Alfonsina Storni tampoco la encontramos en la poesía de Meira que es, tejido de vida y de sueños, cuidadosa y fina. Delmira Agustini prefirió un lenguaje que se mueve en el claroscuro donde se entrelazan cuerpo y alma, esa sensualidad que descubre los impulsos más genuinos también era distante de su poesía que, expresada en el lenguaje del amor, es de realizaciones interiores. En Secreta isla Meira Delmar se veía tal como era, su poesía marca la diferencia, quizá por la presencia del tono nostálgico, en este tema su poesía es de tonos medios, el amor no grita, no tiene exigencias, es un ideal que siempre se está yendo. Pudiéramos encontrar un asomo de sus preocupaciones temáticas en Raíz antigua y Nueva Presencia, los poemas que, cuando le preguntaron cuales escogería para una antología en la que solicitaran algunos de los poemas suyos, ella pidió incluir.
Meira Delmar había sido recibida con honores como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua en 1989, desde entonces participaba con aportes novedosos, los mismos que caracterizaron su obra, y hace apenas un año, en 2008, en homenaje a su vida dedicada a la literatura, la Consejería para la Mujer de la Presidencia de la República creó el premio que lleva su nombre, otorgado al mejor libro de poesía femenina editado en el año. Pocas personas han tenido la suerte de dar y sentir el cariño, el afecto de sus amistades que eran muchas y que se manifestaron de múltiples formas. Situados en otro tiempo primordial Juana de Ibarborou, la gran poetisa uruguaya, con quien mantuvo una nutrida correspondencia, le escribió –citando a un pensador francés- que “la amistad es la perfección del amor”, porque el amor es egoísta mientras la amistad permite holguras y, en eso, Meira se realizó plenamente entre tantos personajes que merecieron su cariño, su apoyo y su afecto. Ella lo atribuía a su buena suerte pero todos sabíamos que era su talante y, de eso, se jactaba al decirnos: “mientras exista la amistad, habrá poesía”.
Sus estudios de literatura en Roma y de música en el conservatorio Pedro Biava de la Universidad del Atlántico la alejaron de las formas rígidas de una sociedad permeada por una angustiante sensiblería, y le ampliaron el horizonte intelectual, además de prepararla debidamente para tomar la dirección de la Biblioteca Departamental del Atlántico, en la que estuvo por poco más de tres décadas y lleva hoy su nombre. Hacía presencia en los encuentros y festivales de poesía, allí declamaba sus poemas, incluso en los últimos años cuando perdió la vista y leía su obra entresacándola de la niebla de sus recuerdos. Consciente de la temporalidad de esta vida, estuvo presente y activa en la escena de la cultura, hasta el final. Hace poco más de tres meses viajó a Madrid, y tan sólo una fuerte afección la hizo declinar esa invitación a Bucaramanga, la última, apenas un día antes de su despedida. Hace un par de meses, durante el lanzamiento del año conmemorativo de los poetas Jorge Artel y Candelario Obeso, recitó sus versos en público en una nutrida sesión con la presencia de un convite conformado por algunos de los mejores poetas colombianos, en Cartagena.
Meira Delmar, cumbre poética del litoral Caribe, alcanzó la estatura de las voces esenciales de la lírica iberoamericana. Entregó su vida al ejercicio de la literatura por eso su obra, con sobrados méritos, le valió ser postulada este año al Premio Iberoamericano de poesía Reina Sofía, en España, con grandes probabilidades de obtenerlo. Alguna vez nos dijo que no podía dejar de pensar en la muerte, porque “estaba presente todos los días, le tenía antipatía porque se presenta sin que uno la llame, sin que uno la espere, sin que uno la quiera”. Pensando en contrarrestar esos efectos devastadores que hoy nos afligen nos dejó escrito, premonitoriamente, el testimonio de su despedida:
“Yo dejaré la vida como un ramo de rosas/ que se abandona para proseguir el camino/ y emprenderé la muerte/ detrás de mí, siguiéndome/ irán todas las cosas amadas/ el silencio que nos uniera/ el arduo amor que nunca pudo vencer el tiempo/ el roce de tus manos/ las tardes junto al mar, tu palabra”.
Este homenaje que le brindamos en el VII Parlamento de Escritores del Caribe, por demás programado para hacérselo en vida –y ella conocía de nuestras intenciones- por causa del destino fiero, especialista en malas jugadas, se convierte en el primero que se le brinda tras su ausencia. Y aunque tenemos razones para las lágrimas, también nos sentimos cerca del tiempo jubiloso, la felicidad, por haber tenido cerca a nosotros a la más insigne de las poetisas contemporáneas, su presencia fiel y continua entre los escritores, sus encuentros y desencuentros, hace crecer los sentimientos de nostalgia ante su ausencia, y nos obliga a tener el corazón dispuesto para recordarla en el altar de su poesía.

Interludio a dos voces sobre MEIRA DELMAR

Antonio Botero Palacio
(Poeta Magangueleño)

No cabe duda, Meira es una flor exótica que se quedó olvidada en un sueño de estrellas que vino del oriente sobre la alfombra mágica que traspasó los mares buscando los misterios de una historia sufí; no cabe duda, Meira es la desmaterialización de la palabra, un turbión de sueños que aprendió la nostalgia de una constelación de soles náufragos hundidos en los mares de la desolación.
Tus versos están flotando
Sobre un mar de lejanías
Igual que las penas mías
Que lento me están matando
Y que están alimentando
Los caminos del olvido
Y por ello estoy prendido
Como al desierto el palmar
Como a ti Meira Delmar
Que me haces ver que estoy vivo.

No cabe duda que una poeta de la cual dice Juana de Ibarbourou:
“Será usted uno de los grandes valores líricos de su Patria y de América”.
Y Miguel Rash Isla, dijo: que sus versos alcanzan “ese difícil y raro privilegio concedido sólo a los versos que brotan del alma de los verdaderos poetas”.
Y Jaime Jaramillo Escobar dijo:
“Entiendo, admiro y aprecio tu poesía pues sé en qué tradición se acendra, de qué alquitarada sangre viene:”
Y si esto vienen diciendo
Los apóstoles del verso,
Qué quedará en el anverso
De los que están aprendiendo.
Precisamente, no entiendo
Cómo acepté el cometido,
Ni en qué lío me he metido
De hablar de Meira Delmar,
Si es que antes de comenzar
Yo ya estaba arrepentido.
Marcia de Lusignan (seudónimo de Juana Sánchez Lafaurie) escribió de la barranquillera:
Juan Lozano y Lozano al hablar de Meira Delmar dice:
“Así piensa Meira Delmar que es una insigne poetisa. Sus imágenes son de una extrema sutileza, es decir, de sutileza que llega a su extremo, pero que de allí no pasa para hacerse ininteligible o grotesca como es frecuente en otros poetas modernos”
Y García Márquez que comparte su grandeza con Olga Isabel Chams Eljach, alaba el dominio idiomático de la Barranquillera y dice que:
“La diafanidad verbal, la nobleza de las palabras con que la poeta entrega su estremecimiento interior la hacen profundizar en las secretas islas de su corazón y encontrar la palabra precisa, la cifra exacta que la lleve a flote y la ponga a navegar en el poema, sincera y sencillamente como los barquichuelos de papel. El dominio del instrumento que se ha venido purificando progresiva y sistemáticamente…. ha puesto a Meira Delmar en posesión de su claro universo interior y le ha permitido rescatar, de su estado del alma, la correspondencia íntima del mar exterior que ella tanto ama, de las golondrinas que tanto persigue, del amor que tanto la alegra y le duele en una dimensión diferente de las conocidas y sólo de ella”
Es bueno y es saludable
Que de quien tiene valores
Hablen doctos y señores
Pues será lo más probable
Que si de bien la gente hable
Lo haga por una razón
Pues cuando habla el corazón
Ya lo ha ordenado la mente
O dicho más claramente
Las cosas son como son.

Eduardo Zalamea Borda después de repasar el turbulento sueño de las escalinatas, escribió sobre Meira Delmar:
“Es para nuestro gusto una de las mejores obras poéticas escritas por una mujer colombiana, de esta época, si no la mejor. Esta sí que es pura y alta poesía”.
Por la utilización de la metáfora como luz interior para iluminar su poesía y por la levedad con que vuela su palabra, inventando otros mundos de luz y fantasía entendemos que Meira Delmar podría ocupar un lugar de preferencia entre los mejores artífices de la poesía de piedra y cielo y no sería poco decir de ella que su nombre no desluce al lado de Federico García Lorca, de Juan Ramón Jiménez, de Eduardo Carranza o de Gonzalo Arango.
En la poesía de Meira Delmar hay una sutil transmutación de los sentimientos y de las emociones que trasciende los límites de lo simplemente humano por cuanto para decir:
“Este es el cielo que buscaba
Para la frente de mis sueños
Un claro cielo donde canta
Azul el río de los besos.
Hay una tarde pensativa
Donde comienzan los luceros,
Y una pradera de canciones,
Y un hondo valle de silencio.
El mar camina con las manos
Llenas de nubes y veleros,
Y abre su libro de paisajes
En las orillas de los puertos.”
Para pintar esta “canción gozosa” la poeta tiene indudablemente que haber aprendido allá tras de los lindes de lo etéreo, los signos intangibles de una fuerza vital que hace propicia la transmutación.
Meira canción inventada
Por un mago del oriente,
Meira, dime qué se siente
Cuando se está enamorada,
Cuando la materia es nada
Cuando el corazón se inflama
Cuando nos quema la llama
De una lamparilla que arde
De la mañana a la tarde
Esto lo sabe el que ama.
La poesía de Meira Delmar la han escudriñado, la han saboreado, la han cantado, la han sentido bullir en el fondo de sus corazones los mejores escritores colombianos y extranjeros y a todos ha faltado verbo para valorar más que la construcción poética en sí, más que la acuarela que dibuja la magia de sus imaginerías, el inasible resplandor etéreo con que dice las cosas y las dice tan mansamente, tan dulcemente, como si brotasen del corazón de un niño, por cuanto esa es otra cosa, Meira cuando pule sus versos o está hilando en la vieja rueca que usaron sus abuelos o está arrullando un niño o simplemente está desplegando su soledad frente a ese mar cruzado de gaviotas donde nacen sus versos como espigas que cosechan los vientos de la tarde.
“Ovillo de plata y oro
Hilando la luna está.
El viento mueve la rueca….
La rueca es el olivar,
Ovillo de plata y oro
Hilando la luna está.”

Sobre un azul desteñido
Que llega hasta lo infinito
Tus poemas se han escrito.
Por puntuación han tenido
Un punto comprometido
Con un sueño de alcatraces
Dos puntos como cautivos
Punto y coma de luceros
Y un desfile de veleros
Como puntos suspensivos.
Para que ustedes que se van compenetrando de la grandeza que alienta la poesía de Meira Delmar, vengo a decirles que entre su angustia su dolor y su viaje de lejanías inconsútiles se ha ido creando una comunión espiritual con la grandiosidad de las poetas de América y por ello veces hay en que no temo decir que pasó por la brisa la voz adolorida de Gabriela del Mar o Meira de Ibarbourou o de Alfonsina Mistral.
A sabiendas de que estoy cometiendo un delito contra la identidad y pertenencia de la riqueza literaria voy a permitirme entrecruzar estrofas de Meira Delmar y Gabriela Mistral para que entiendan por encima de todo, la universalidad de la palabra y la valoración de la angustia como patrimonio común.
De Gabriela:
¿O tú llegas después; que los hombres se han ido
Y les bajas el párpado sobre el ojo cegado,
Acomodas las vísceras sin dolor y sin ruido
Y entrecruzas las manos sobre el pecho callado?
De Meira:
Y sin brillo los ojos que te siguen ahora
Con miradas que besan y que besos imploran,
Y muy quieta la inquieta ambición de caminos
Que embriagada me tiene como mágico vino.
De Gabriela:
El rosal que los vivos riegan sobre su huesa
¿No le pinta a sus rosas unas formas de heridas?
¿No tiene acre el olor, sombría la belleza
Y las frondas menguadas de serpientes tejidas?
De Meira:
Ha de pasar la vida. Ha de llegar el largo
Dolor de estar sin verte. Acaso el grito amargo
De tu angustia la tierra estremezca un momento… Más, después, poco a poco callará tu lamento.
Los poetas conocen los caminos del viento, hablan con la mañana, están enamorados de una rosa, se saben de memoria el alfabeto de las lágrimas, vienen desde las entrañas del mar de los Sargazos y tienen numerados los peces y los pájaros que vuelan desde su corazón al infinito por cuanto los poetas son patrimonio universal, por ello, Meira de las azules madrugadas, Meira, de los siete mares tú eres tan mía como lo es la canción con que arrulla los niños Gabriela Mistral o como lo es el grito de la soledad cuando desde la tarde izamos a media asta la nostálgica bandera de los sueños.
Dichoso no ser de nadie,
Ser del mar y de la espuma,
De la niebla y de la bruma,
Ser de un oriente lejano
Y ser también colombiano,
Ser un grito del pasado
Que se fugó en un velero
Y conquistó el mundo entero
Y en la voz de su ternura
Arder como un pebetero.
A qué misterioso lugar arriba la inspiración de la señora de los mares, de la luz y los pesares, para cantar tan hondo, para alimentar el brillo de su inagotable vena que sin estrafalarios rebusques idiomáticos sirve lo mismo de cartilla para alentar los primeros deliquios amorosos de la pubertad que de guía para encontrar salida hacia el místico reino de las profecías donde ella ha conquistado un lugar de privilegio.
Meira conoce la simplicidad de la caricia, el alma de las rosas entreabiertas, la sonrisa de un niño, la paz de las gaviotas suspendidas entre el azul del mar y los colorines de la tarde, sus versos vienen desde la undosa fuente de los salmos, toma aire en la azul lejanía de los mares, se aroma con el perfume de los cedros del Líbano y cuando la atormentan las ausencias pone en ellos una sutil nostalgia que no alcanza a llegar a la melancolía.
Veces hay en que ardida de un cosquilleo gitano se siente el galope de las panderetas y el verso danzarín de una cancioncilla desparramada sobre la ensoñadora curvatura de los arabescos de la vieja Andalucía con sones aprendidos a Federico García Lorca.
De Meira.
“La tarde se va poniendo
Poquito a poco morada.
¡La tarde una pena tiene
De mujer enamorada
Las nubes al verla triste
Gotas de agua le regalan,
Que en el naranjal del patio
Y en los vidrios de la casa,
Inician alegremente
La más bonita sonata.”
De García Lorca.
“El mar baila por la playa,
Un poema de balcones.
Las orillas de la luna
Pierden juncos ganan voces
Vienen manolas comiendo
Semillas de girasoles.”
Perdón: donde dice “la más bonita sonata” termina Meira Delmar y comienza Federico García Lorca.
Brilla el mar en tu mirada
Con rayos de sol naciente
Y, teniéndote presente
Eres todo y eres nada
Porque estás enamorada
De un príncipe del oriente
Que sumiso y obediente
Vive solo para ti
En un misterio sufí
Camino a un Dios reverente.

¿Dime Meira: cuándo y dónde
Hayas tu vena encantada
Y dónde se esconde el Ada
Que por tu magia responde?
¿Dime Meira, dime donde?
Y, un ángel habló por ella,
Un ángel desde una estrella
Se apropió de sus cantares
De sus sueños, sus pesares
Y de su alma pura y bella.
Entendiendo el amor como plataforma de lanzamiento de la poesía de Meira Delmar hacia los últimos confines de lo infinito hayamos un abanico conceptual que copa todas las manifestaciones de lo divino y de lo humano viajando siempre acompañada de un ángel la estremecen los deliquios del éxtasis.
“Más cerca del misterio que el misterio…
- más cerca de la sangre al corazón –
No hay palabra que diga su estatura,
La fuerza de sus alas,
Su lento, ardido sol…
Tan sólo repetir: ¿y dónde, dónde?
Y luego, y nada más,
La obstinación
De decir sin decir, como en el sueño:
¡Allí el amor!”

Tú estás presente en el amor ausente
Y en un cósmico amor que va al olvido
Y en un amor constante y redivivo
Que va desde la vida hasta la muerte
Desde el íntimo sueño de tenerte
Hasta el último sueño del olvido
Tú eres resumen de un amor vivido
Meira Delmar y Meira de la rosa
No sé si eres mujer o más bien diosa,
O, un pedazo de cielo compartido.
Cuantas veces me han preguntado cuales son los materiales necesarios para armar un poema siempre he sido contundente en mis respuestas: para armar un poema es necesario estar enamorado, haber entregado íntegro el corazón a alguien o a algo que comprometa ese yo palpitante que ruge o que solloza al fondo de un corazón sangrante y Meira sí que sabe de estas cosas de amar que además le han entregado para bien de Colombia los signos de una eterna juventud.
“Y yo también como la tarde
Toda me tornaré dichosa
Para quererte y esperarte
Iluminada de tus ojos
Vendrá la luna,
Vendrá la luna por el aire.”

“Tú me querrás inmensamente
Mi corazón será infinito
Para la angustia de tu frente
Yo te daré los sueños míos:
Amor, dolor, sencillamente.
Después será la enamorada sonrisa,
El beso, la memoria llena de ti, maravillada.
Y el gozo azul de estar contigo
Fuera del tiempo, sin palabras.”
Meira está enamorada del susurro del viento, del nardo y de la rosa, de un mar sembrado de gaviotas y veleros, del perfume azul de los limoneros que besan la nostalgia de las viejas casonas que ya marcan los oxidados lindes del olvido.
De María Mercedes Jaramillo y de Betty Osorio copiamos:
“En toda la poesía de Meira Delmar hay una serie de estampas que recrean el paisaje de su tierra natal, que describen la presencia del mar, de los animales que habitan su entorno, de las flores de su jardín. Estos elementos son el escenario de su existencia y quedan ligados en sus versos, que son la huella de su paso por la tierra”.
Ni las sombras del olvido
Ni las sombras de la muerte
Podrán llegar a tenerte,
Esto lo tengo sabido
Por cuanto ya has recibido
Signos de inmortalidad
No importan tiempos ni edad
Ya tu nombre quedó escrito
Con signos de lo infinito
Para la posteridad.
No alcanzo a entender el motivo que hecho luz de penumbras esfumina poesías de muerte de dolor y de olvido en la poesía de Meira Delmar que sin lugar a dudas explota esta temática con singular belleza paseando su vena mística por los viejos caminos de las añoranzas que recrean los avatares de su pasado.
“Ha de pasar la vida. Ha de llegar la muerte.
He de quedar tendida bajo la tierra, inerte,
Insensible, callada, como estatua de cera
Que al romperse en pedazos abandonada fuera.”

“Hoy me cercan el alma, muros altos de angustia
Tengo frías las manos. En mi boca está mustia.
La sonrisa que otrora signo fue de dulzura,
Viva luz de alegría, floración de ternura.”

“Nada igual a esta dicha
De sentirme tan sola
En mitad de la tarde
Y en mitad del trigal;
Bajo el cielo de estío
Y en los brazos del viento,
Soy una espiga más.”

La tarde se pone triste
Con tu tristeza y tu lloro,
La luna es de plata y oro,
Contigo el dolor no existe
Y la pena que te asiste
Con razón o sin razón
La recibo como ofrenda
Y que toda la contenga
Con amor mi corazón.
Meira se robó la inmensidad de los mares hasta para olvidarse que su nombre de pila es Olga Chams Eljach y se robó su misterio y su sabor de eternidad y el vaivén de sus olas comenzó a tomar el ritmo de su propio corazón y en los atardeceres cuando sollozan los luceros náufragos en la azulina transparencia de sus aguas aprendió la nostalgia que va más allá de la transmutación de lo eterno, su voz la escriben las gaviotas y los alcatraces con signos cabalísticos que desmaterializan el sentido de sus versos propiciando la continuada elación de nuestro yo sentimental.
“De tanto quererte, mar
El corazón se me ha vuelto
Marinero.

Y se me pone a cantar
En los mástiles de oro
De la luna, sobre el viento.

Aquí la voz, la canción.
El corazón a lo lejos,
Donde tus pasos resuenan
Por las orillas del puerto.

De tanto quererte mar,
Ausente me estás doliendo
Casi hasta hacerme llorar.

¡Mar!
Y es como si, de pronto,
Se hiciera la claridad.

Ángeles desnudos. Ángeles
De brisa con luz. Cantar.

Del agua que danza una
Zarabanda de cristal.

Islas, olas, caracolas.
Grito blanco de la sal….

Y el corazón, de latido
En latido, dice ¡mar!”

Meira juego de luceros
Correteando por la mar
Deliquios de navegar
Sobre frágiles veleros.
Meira, luna derramada
Sobre un sueño de alcatraces,
Meira de Dios, cómo tú haces
Para hipnotizar tu pena.
Meira, encantada sirena
Sobre un sueño de alcatraces.
Olga Isabel Chams Eljach es miembro activo de la Academia Colombiana de la Lengua y con esta noble institución los títulos no se compran ni se ganan en rifas; se conquistan con la exquisitez de la palabra, con la excelencia de una conceptualidad expresada con dignidad, respetando los mandatos que ordena la ortodoxia y dando brillo y lustre a la palabra.
Prestadme el viejo Stradivarius para seguir las resonancias maravillosas de esta hacedora de conciertos derramados en finas filigranas sobre la asordinada voz de los caracoles marinos y dejad que por los poros del alma entre por Ósmosis la fina musicalia de sus tetrasílabos, pentasílabos, heptasílabos o endecasílabos hilados maravillosamente dentro de una poesía libre pero amarrada con hilos de oro a una tonalidad que no se falsea; esta cualidad que persiste en la poesía de Barba Jacob aún en los momentos en que mordido por los lobos rapaces de su carne crapulosa lo vende todo, menos la música encantada de sus versos, y en la selva misteriosa por donde León de Greiff va creando su mundo de fantasías exóticas conjugadas en un vocabulario estrambótico tan suyo como su boina, ahí estruendosamente acompasada salta la musicalia de sus versos.
Es tan maravilloso apagar la mirada para escuchar a Vivaldi como llenarse de armonía con los poemas de Meira Delmar.
Una sinfonía encantada
Va trascendiendo en tu vena
Y una paz tibia y serena
Deja tu palabra alada
Cual si fuese desgajada
De la postrer sinfonía
De un Vivaldi en agonía
Hacedora de luceros
Con un fondo de veleros
En mares de fantasía.
Y si bien es cierto que en Meira Delmar se siente un aliento fundador de amores en sus primeros poemas al estilo de José Asunción Silva o de Porfirio Barba Jacob, con la nostálgica emoción de Becker, acariciando las mieles del romanticismo, también lo es en su poesía trasciende los ardores de un sentimiento que va más allá del modernismo para saciar sus ansias de aeda inmortal compartiendo la sonoridad de Gabriela Mistral, de Alfonsina Storni, de Delmira Agustini o de Juana de Ibarbourou.
Como hacedora de sueños dentro de una escuela perfeccionista no podríamos olvidar su capacidad para armar con milimétrica perfección de artesana del verso una cadena de sonetos acabados y pulidos con astillas de su corazón.
“Está mi corazón tan obstinado
En quererte latido por latido
Que el tiempo me parece un detenido
Presente, sin futuro ni pasado.

Y está mi pensamiento tan atado
A ti, por sobre el muro del olvido,
Que a veces se detiene sorprendido
De hallarte de mis ojos desterrado.

No sube hasta mi canto la amargura
Del largo desamor que me depara
La frente que veló por mi ventura.

Porque lejos de cuanto nos separa
Crece al viento la altiva llama pura
Que en su fuego sin muerte me abrasara.

Desde muy niño siempre tuve sueños de volar, de hacerlo con la paz infinita con que lo hacen los goleros que se dejan llevar mansamente por los vientos de la tarde; no tomé los consejos de hacerlo por medio de prácticas suprahumanas por cuanto ya me había enseñado don Tomas Carrasquilla lo que aconteció a Simón el mago pero sí practiqué con insistencia las enseñanzas de misia Marianita Escobar que aseguraba que con sobar infundia de chamones (equivalentes a las mariamulatas de la costa) en los omoplatos se lograba con paciencia el nacimiento de alas.
Mi cauchera hizo estragos en la emplumada especie sin lograr siquiera el nacimiento de un forúnculo en mi espalda.
Fue por esos años cuando empujado por el ejemplo de mi padre comencé a meterme por el camino de los libros y cuando entendí – además – que había otras formas de volar con la imaginación, y aún volar en un espacio más alto al que lo hacían los goleros sobre el encantamiento de la palabra. Me transportaron a otros mundos “Las Mil y una Noches”, y “El arte de vivir sin soñar” de Eduardo Caballero Calderón y “Corazón” de Edmundo de Amicis; vinieron más tarde los primeros versos y los caminos de la fantasía se toparon con mis sueños de juventud y con los deliquios del primer amor y entonces, sí que volaba la imaginación por los maravillosos mundos de la fantasía.
Fueron metiéndose en mi vida lentamente Federico García Lorca, y Juan Ramón Jiménez y Eduardo Carranza y Gonzalo Arango y Meira Delmar y León de Greiff y sin afanes aprendí los valores de lo etéreo, la intangible magia de la palabra hasta pisar el inconsútil mundo de los sueños.
Hoy, cuando estoy comenzando a deletrear el alfabeto musical de Meira Delmar tengo que decirles que me he enamorado de su mundo y que sus versos mágicos unos se han convertido en rosas, otros han emprendido el vuelo de las gaviotas y otros han hecho nido en mi corazón para calentar el frío de la tarde.
Al azar he tomado algunos versos deshiladamente para que sientan como yo la emoción de la palabra encantada:
“La tarde una pena tiene de mujer enamorada”
“Canciones limpias marcaban el sitio de cada huerta”
“Como un poco de bruma que deshace la brisa sobre el río cansado”
“Un silencio muy largo va cayendo en el trigo.”
“Y las piedras quebrantan el afán de mi paso, y me duele el milagro tornasol del ocaso”
“Y había un corredor donde los trinos a la hora del alba quebraban el silencio.”
“Allá muy lejos, graves y lentas
Vibran campanas cerca del río…
Y en el desnudo cristal del aire
Prende luceros un ángel niño”
“Como barcos de piedra las ciudades
Hundirán en el polvo su estatura”
“El mar danzaba entre las islas
Desnudo y joven como un dios”
“Y tu voz de colores, y tu halada
Corona de blancura trabajada
En gaviotas y pétalos de sal.”
“A veces vuelan las palabras
Como palomas que huyen de la torre.”

“La brisa jardinera
Salpica los azahares
El vivo azul del mar.”

“Azul país de mis sueños
Vuelo halado de banderas
Canto de verdes praderas
Amaneceres porteños”.
Es la voz de la metáfora que está tejiendo en filigranas de oro la sutil esencia de la palabra imaginada que vive tras el mundo de la simplicidad.
Perdida en la lunería
De tu palabra encantada
Hay una historia contada
De sueño y de fantasía,
Donde el alma se extasía,
Donde vuela la razón,
Donde hay amor y hay perdón,
Donde hay un hada escondida
Contigo comprometida
Que anida en tu corazón.
¿Ha trascendido la fuerza del pasado en la poesía de Meira Delmar?
No cabe duda que en la poesía de la barranquillera se ha sentido la fuerza de un ancestro que pinta arabescos en sus versos y que además se nutre de las sentencias filosóficas de Khalil Gibrán y del sentimiento religioso de sus antepasados.
Ella misma lo expresa en entrevista concedida a Margarita Krakusin.
“Puede ser que el pasado ocupa un mayor espacio en mi vida, guarda muchas vivencias hermosas – alegres o tristes – y el futuro me aparece como algo corto de tiempo, como algo que se fuga día tras día”.
Y, hay finalmente una obra en prosa de Meira Delmar que alcanza para fabricar libros extensos, es la historia de su vida, es la dilatada relación de hechos y aconteceres que suceden en la vida de un personaje de su valía, allí “la narración poética, el ensayo lírico, el artículo periodístico, la oratoria ocasional para ceremonias cívicas, la autobiografía lírica” se hacen ofrenda literaria de invaluable belleza que da lustre a cualquier reunión literaria:
“Empecé a creer en la poesía una vez que estando en el aula de la pequeña escuela donde aprendí las primeras letras, vi filtrarse un rayo de sol por la ventana: finas partículas de polvo danzaban en el trazo luminoso y repetían los colores del arco iris que, solía aparecer después de la lluvia. Tal vez intuí en ese momento que la belleza, sinónimo de poesía, puede habitar no sólo en el cielo sino también en el sencillo recinto donde la maestra enseñaba a separar en sílabas las palabras.”
Olga Isabel Chams Eljach nació en Barranquilla en el año de 1.922, hija de Julián E. Chams e Isabel Eljach, inmigrantes libaneses.
Realizó estudios en el Colegio de Barranquilla y en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico.
Publica sus primeros poemas en la Revista Vanidades de la Habana, desde ese momento olvida su nombre de pila para inmortalizarse con el de Meira Delmar, esto por el año de 1.937.
En 1.942 publica su primera obra “Alba del Olvido”, seleccionado en 1.999 por la revista Semana como uno de los mejores cien libros del siglo.
En 1.944 publica su segundo libro “Sitio del Amor”.
En 1.946 “Verdad del Sueño”, premiado por la Sociedad de Mejoras Públicas de Barranquilla.
En 1.951 publica “Secreta Isla”.
En 1.958 comienza a trabajar como directora de la Biblioteca Pública Departamental del Atlántico.
En 1.960 su “Soneto a una rosa” es seleccionado entre los mejores 30 sonetos colombianos. Premio otorgado por la Academia Hispanoamericana de Letras.
“En las manos del alba vi la rosa.
Huía de sí misma, perseguida
Por su propia hermosura repetida
En pétalos y en rosa jubilosa

Con un alto vaivén de mariposa
La rosa, ya en el aire, detenida
Quedaba entre la luz, estremecida
De aromas y de fuga luminosa.

Inmóvil sobre el viento desvelado
En rosa de vitral se convertía
La rosa del temblor atormentado.

El día la tocaba. Y era el día
En torno de la rosa, desalado
Arroyo de insistente melodía.

En 1.962 la Editorial Maia de Siena (Italia) cuyo director era en ese momento el poeta Luigi Fiorentino publica una edición bilingüe de una antología de sus poesías.
En 1.971 se publica su obra “Huésped sin Sombra” por el Instituto de Cultura Hispánica.
En el mismo año la Universidad del Atlántico le concede el título de Doctor Honoris Causa en letras.
En 1.981 se publica su libro “Reencuentro, compilación de sus cuatro libros agotados.
En el mismo año recibe la Medalla Honor al Mérito del Centro Artístico de Barranquilla.
En 1.989 es elegida miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua.
En 1.993 el Ministerio de Educación le otorga la Medalla Simón Bolívar.
En 1.994 el Instituto Colombiano de Cultura le otorga la Medalla de Honor al Mérito.
En este mismo año la Universidad de Antioquia consagró sus versos “como de los mejores de la Patria”.
En 1.995 publica su libro “Laúd Memorioso”.
En este mismo año la Universidad de Antioquia le concede VI premio nacional de poesía en la modalidad de reconocimiento.
En 1.998 publica su libro “Alguien Pasa”.
En el año 2.000 el Instituto Caro y Cuervo le publica “Pasa el Viento”.
En el mismo año publica “Laúd Memorioso”.
En el año 2.003 el Congreso de la República la condecora con la “Orden de la Democracia Simón Bolívar.
Sus obras han sido traducidas al italiano, al inglés, al francés y al esperanto.
Estas notas que rinden homenaje a la primera poeta de América las he tomado del libro “Meira Delmar, Poesía y Prosa” de María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ariel Castillo Mier; Ediciones Uninorte, pero las astillas del corazón con que las he escrito sí son de mi exclusiva pertenencia y en este día maravilloso las entrego a nombre del Parlamento de Escritores del Caribe con los más grandes sentimientos de admiración y de respeto.
Magangué, Colombia 20 de marzo de 2009

BIOGRAFIAS DE CONFERENCISTAS

Biografías de Conferencistas y Panelistas en el
VII Parlamento de Escritores e
Intelectuales del Caribe

Homenaje a
MEIRA DELMAR, JUDITH PORTO DE GONZÁLEZ y FANNY BUITRAGO

Adriana Rosas. Nació en Bogotá y se crió en Barranquilla. Se ha desempeñado en cargos culturales en Barranquilla y Barcelona (España), fue coordinadora de la I muestra de Cine, Literatura y Ciudad, y ejerce la docencia en la cátedra de literatura y cine, en la Universidad del Norte. Hizo la Maestría en Literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona, elabora su Tesis Doctoral sobre literatura escrita por mujeres. Dirige el Taller de Creatividad Literaria Vista al cuento. Próximamente será publicado uno de sus textos en la Antología Voces con vida del I Concurso Internacional de Cuento Breve en México, sus cuentos también aparecen en el libro Vista al cuento- Sonidos interiores, y en La casa de las palabras ciegas.

Álvaro Suescún, investigador, poeta y econoista, natural de Barranquilla (1951). Sus trabajos han sido publicados en diferentes diarios del país, tales como El Universal, El Tiempo, Diario del Caribe y El País y en las revistas Puesto de Combate, Olas, viacuarenta, Aguaita y Casasilva, entre otras. Es autor de los libros “Carlos Franco: Danza en el recuerdo”, “De la vida que pasa- Escritos periodísticos de la vida de Artel”. En el VI Parlamento habló de “Negritud, liberación y prácticas discriminatorias, una aproximación al ideario de Manuel Zapata Olivella”.

Amaury Díaz, natural de Cereté, actualmente vive en la ciudad de Barranquilla, en donde ejerce como docente universitario. El escritor Amaury Díaz, confirmó su asistencia al VI Parlamento de Escritores del Caribe en donde presentará su novela La Puta Decente, obra narrativa que fue finalista y ganadora en el Concurso “Ciudad de Alicante” de España.
Aníbal Tobón, poeta, narrador, gestor cultural, investigador, y una de las figuras más importantes de las letras en el Caribe Colombiano.

Antonio Botero Palacio.- Poeta, narrador, ensayista y antologista, nació el 15 de abril de 1927 en el corregimiento de Mesopotamia, Municipio de La Unión en el progresista departamento de Antioquia. Pero desde hace muchas lluvias y crecientes echó raíces y frutos en la muy ilustre Villa de Magangue, donde combina el oficio de escritor con la de gestor cultural y empresario de muchas cosas y arandelas para la vida. De profesión Maestro, título que obtuvo rubricado por el entonces Ministro de Educación, Don Germán Arciniégas, en la Escuela Normal de Varones Manizales, en donde estudió becado. A lo largo de varios años, ejerció su apostolado, y como todo un Quijote de la Pedagogía, se desplazó a lomo de mulas a escuelas colegios, unas veces ubicados en las escarpadas montañas y otras en los fértiles valles y escuelas, rurales, llevando y sembrando en sus alumnos, alegría, optimismo, formación y un poco de poesía. A causa de la violencia desatada en el país, inició un periplo por varias ciudades del Caribe Colombiano, y cayó en las fauces de su magia y hechizo, y una tarde con todos los cachivaches y sus cajas llenas libros y apuntes, acompañado de Marta, la otra mitad de su existencia, canaleteando en las encantadas aguas del Río Grande de la Magdalena la barca de los sueños, fondeó en la Albarrada de Magangué, cuyo amarre, aún tantos y tantos años después, no ha podido desatar. Ha publicado en periódicos y revistas las obras de teatro “Abismos”, “Machismo”, “El pleito” y “Blanca como una azucena”, y ha publicado los libros “Al final de la Inocencia”, novela autobiográfica (1999), “La Batalla de Magangué en la Guerra de los Mil Días” (2005), “Desde los legares del Alma” (2007). Tiene inéditos los libros “Anecdotario de Magangué” y “Óscar Delgado, poeta”. Es miembro fundador del Centro de Historia Villa de Magangué, Miembro de Número de la Academia de Historia de Mompox, La Asociación de Escritores de la cual es miembro fundador, así como del Parlamento de Escritores del Caribe, le otorgó la dignidad de ESCRITOR EMÉRITO.

Antonio Mora Vélez.- Cuentista, novelista, poeta, docente, abogado, músico e investigador. Según algunos biógrafos, nació en Cartagena, según otros que en Lorica o en Montería, pero realmente nació en la ciudad de Barranquilla el 14 de julio de 1942. Es autor de los libros “Glitza” (1979), “El juicio de los dioses” (1982), “Lorna es una mujer”( 1986), “La duda de un ángel”, “Los caminantes del cielo”(1999), “El fuego de los dioses” (2001), “Los Jinetes del Recuerdo” (libro virtual), “Ciencia ficción: el humanismo de Hoy” (1996), y La Estrategia de la Solidaridad” (2006). Miembro fundador del Parlamento de Escritores del Caribe Colombiano, fue elegido su primer presidente en el período 2003-2004.

Dora I. Berdugo I.- Poeta, abogada, ensayista narradora y docente. Egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Cartagena, de cuya institución fue docente en el programa de Educación Abierta y a Distancia. Sus poesías han sido incluidas en magazines, revistas, suplementos y en varias antologías, regionales y nacionales. En su condición de miembro de la Asociación de Escritores de la Costa ha ocupado varios cargos en la Junta Directiva. Es autora de los libros “Contando sucesos”, “Por el agujero que se filtran las vivencias” y “Mutaciones”.

Eduardo Márceles Daconte.- Nació en Aracataca (Colombia) pero desde temprana edad vivió en Barranquilla. Al terminar la primaria se trasladó a Nueva York en donde completó la licenciatura de Humanidades (B.A.) en New York University (1970) y asistió al Centro de Estudios Latinoamericanos de la University of California (Berkeley) para un posgrado en historia cultural de América Latina. Regresó a Colombia en 1975 para enseñar historia del teatro de América Latina en el programa de posgrado de la Universidad Javeriana y de literatura inglesa y estado-unidense en la Universidad La Gran Colombia de Bogotá. En 1986, la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai (China) contrató sus servicios como profesor visitante de estudios latinoamericanos y editor del diccionario chino-español. Después de permanecer un año como Distinguished Visiting Professor en la Universidad de Miami-Dade (Florida), regresó a Nueva York en 1989 donde se desempeñó como curador multicultural y conferencista sobre temas culturales e históricos de América Latina en el Queens Museum of Art del cual renunció en 1995 para dedicarse a la investigación cultural. En Colombia publicó el libro de cuentos Los perros de Benares y otros retablos peregrinos (Editorial La oveja negra, 1985) y el libro de ensayos La crítica de arte y las tendencias de la pintura en Colombia (Minrex, 1984), así como numerosos artículos, entrevistas, reseñas literarias y artísticas en diarios y revistas de Colombia, Estados Unidos y América Latina. En 1993 apareció su antología Narradores colombianos en USA para la colección Escritores colombianos en la diáspora del Instituto Colombiano de Cultura. De igual modo, publicó Nereo López: Testigo de su tiempo, biografía del destacado fotógrafo cartagenero, comisionada por el Ministerio de Cultura de Colombia para la colección Vida y Obra (2002). Relámpagos en la oscuridad, una novela aún inédita, trata sobre los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Además del volumen de Los recursos de la imaginación: Artes visuales de la región andina de Colombia, siglo XX (Vol. II) es el autor de Los recursos de la imaginación: Artes visuales del Caribe colombiano (Editorial Mejoras, Barranquilla, 2008), y Los recursos de la imaginación: Artes visuales de Oriente y Occidente, en preparación En su bibliografía se incluyen también Quince poetas para iniciar el milenio: Antología bilingüe de poesía colombiana en USA (2000), Los hijos de Sandino (1980), libro autorreferencial de testimonios sobre la revolución sandinista, y Gabo en China y otros ensayos y reportajes. En el proceso de escribir ¡Azúcar!: La biografía de Celia Cruz (Reed Press, New York, 2004 edición bilingüe, español-inglés; segunda edición Azúcar Editores, Ltda. Bogotá, 2005) renunció a su trabajo como editor de la revista de cultura y entretenimiento Vida-Hoy que circula semanalmente con el periódico Hoy de Nueva York, para dedicarse tiempo completo a la escritura y a la investigación cultural. Desde finales del 2004 se radicó en Salgar (Atlántico), donde ejerce también como corresponsal y colaborador en publicaciones de Colombia y Estados Unidos, y como asesor de asuntos culturales para diversas organizaciones nacionales e internacionales.

Fernando Herazo Girón.-

Gilberto García Mercado.- Escritor, periodista y narrador, natural de Fundación (5 de febrero de 1965), en el departamento del Magdalena, pero desde muy niño se trasladó con sus padres a Cartagena. Muchos de sus cuentos han sido publicados en periódicos y revistas, tales como El Universal de Cartagena, El Periódico y el Informador de Santa Marta. Obtuvo el primer puesto en el Concurso de Cuento Caribe en 1995, organizado por el Festival de Música del Caribe, Es autor de los libros de Cuentos “La otra cara de Eva”, con el que obtuvo el 2º Puesto en la Convocatoria Distrital. Además es autor de “País de Pobres” y “Vacaciones para Amanda
Guillermo Tedio.- Seudónimo de Manuel Guillermo Ortega, nacido en Baranoa (Atlántico) en 1947. Profesor, narrador y abogado. Hizo estudios de postgrado en el Instituto Caro y Cuervo. Obras: La noche con ojos (cuentos, 1979), segundo premio en el séptimo Concurso Nacional Jorge Gaitán Durán, 1983; También la oscuridad tiene sombra (cuentos, 1984). Mención de honor en el tercer Concurso de Cuentos de la Universidad de Medelín con Historia de un hombre pequeño (1983); mención de honor en el primer Concurso Latinoamericano de Cuento auspiciado por la revista Ko’Eyu de Caracas, 1983.

Gustavo Tatis Guerra, poeta, narrador, cronista, ensayista y periodista cultural, natural de Sahagún (21 de mayo de 1961), en el departamento de Córdoba, pero considerado como una de las más notables figuras de las letras en el Departamento de Bolívar. La pluma de Gustavo le ha deparado muchas satisfacciones y triunfos, unas veces como poeta, otras como cuentista y otras veces como periodista, ubicándolo entre los más consagrados y premiados fabuladores del país. Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” (92, 93, 95 y 97), Premio Distrital de Periodismo “Antonio J. Olier” (91 y 93). Sus cuentos han sido nominados en varios concursos. En 1997 obtuvo beca de COLCULTURA en la modalidad de Novela. En el 2002 ganó la beca Héctor Rojas Herazo con el proyecto “La risa trágica”. En el 2002 fue premio Nacional de Literatura Infantil Comfamiliar con el cuento “Alejandro vino a salvar los peces”. Es autor de los poemarios “Conjuros del navegante”, “El edén encendido” y “Con el perdón de los pájaros”. En “La Ciudad Amurallada”, que es un compendio de algunas de sus crónicas periodísticas en El Universal, periódico donde dirige la página cultural desde hace más de quince años, Tatis Guerra, muestra la madurez del escritor con un lenguaje depurado, pulcro, humano y rebosante de poesía.

Joce G. Daniels G.- Nació el 28 de julio de 1948 en Talaigua Nuevo, (Bolívar), una noche de tamboras, farotas y chandés, en el hogar formado por don Tomás Daniels y doña Dona García, en una casa ubicada a orillas del Río Grande de la Magdalena. Ha sido columnista de opinión de varios medios, entre ellos La VERDAD, EL TIEMPO Caribe, El Espectador- Costa y El Derecho de Pasto. Ha publicado Cartagena de Indias en la Pluma de Judith Porto de González (2006), El Millero Encantado (Novela)(2004), “Mi tiempo en El Tiempo” (2003), Diccionario de Mitos y Leyendas (2000), Historia, leyendas y tradiciones de Talaigua (1997), Los versos más bellos de la poesía bolivarense (Antología) 1995, Obeso, poeta de los bogas ausentes (1984). Miembro correspondiente de la Academia de Historia de Mompox y de la Sociedad Sanmartiniana. Con otros escritores de la ciudad en 1984 fundó la Asociación de Escritores de la Costa y en el 2003, el Parlamento de Escritores Intelectuales del Caribe Colombiano.

José Ramón Mercado Romero, Poeta, dramaturgo, licenciado en Idiomas, narrador, cuentista y gran conversador. Nació en Naranjal (1937), un caserío del Municipio de Ovejas. Durante más de veinte años estuvo al frente de la rectoría del Colegio INEM de Cartagena, desde donde desarrolló una invaluable labor en pro de la educación de los estudiantes, sobre todo en el campo de la investigación y la creación. Sus poesías hacen parte de antologías de poetas nacionales e internacionales. Es autor de los libros de poesías “El cielo que me tienes prometido”, “No solo poemas”, “Las mismas historias”, “Perros de Presa”, Agua de Alondra”, “Agua del tiempo muerto”, “Retrato de Guerrero”, “El baile de los bastardos”, “Árbol de Leva”, “La Casa del Conde”, “La Noche del Nocaut” y “Veinte poemas eróticos y una canción sosegada”, “Los días de la ciudad” (2004) y “Agua Erótica” (2005). En 1974 recibió el Premio Nacional de Cuento con el libro “Las Mismas Historias”, el que escribió conjuntamente con su hermano Jairo. Mención de Honor en el Concurso Nacional de Cuentos Biblioteca “Gabriel Turbay” de Bucaramanga. Primer puesto en el Concurso Nacional de Cuentos de la Universidad Surcolombiana, en Neiva en 1975. Mención de Honor en 1976 en el Concurso Casa de las Américas en la Habana, Cuba, modalidad poesía. Ha siso incluido en varias antologías de poetas colombianos. Fue elegido como el mejor Poeta Nacional en el concurso organizado por la Casa de Poesía Silva. Miembro Fundador de la Asociación de Escritores de la Costa, ha ocupado los cargos de Fiscal, vocal y vicepresidente y Presidente del Parlamento de Escritores del Caribe Colombiano, período 2005-2006.
Laura Margarita Medina, investigadora, poeta, natural de San Gil, Santander. Conocida en el mundo literario con el seudónimo de Laura del Mar. Es autora de varios libros, entre ellos “Muerto Parado” (novela) y “Bucaramanga, escribe y cuenta”. Laura del Mar hablará de la “Creación Literaria en Santander y conjuntamente con el poeta José R. Mercado, participarán en el panel dirigido a maestros de Español y Literatura “Literatura en el aula: Mil maneras de Leer". Es directora del Taller Nodal de Literatura de Santander, de la Red Nacional de Talleres de Escritrura Creativa, RENATA.

Máximo Alemán, poeta, docente, investigador y periodista bolivarense, natural de Mompox. Estudió ciencias de la educación en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia de Tunja. Desde hace varios años se encuentra residenciado en Bogotá, hace parte del grupo de estudiosos e investigadores de la revista Alternativa. Es autor de varios libros, entre ellos del poemario “Llama al viento”.

Miguel Iriarte, poeta, ensayista, gestor cultural, investigador cultural, ex catedrático de Teoría y Crítica Literaria de la Universidad del Atlántico y catedrático de Semiología y Lingüística de la Universidad del Norte. Actualmente es director de la Biblioteca Piloto del Caribe, director y editor de la revista de investigación, arte y cultura víacuarenta y director de la Revista Oral Astrolabios. Hace parte también del comité editorial de la revista internacional Berlín 26 °. Ha publicado los siguientes libros: “Doy mi Palabra”, Ediciones Simón y Lola Gübereck, Bogotá, 1985, “Segundas Intenciones”, Ediciones Metropolitanas, Barranquilla, 1996 y “Cámara de Jazz”, en edición bilingüe, español/ inglés, Barranquilla 2005. Tiene en preparación un cuarto poemario titulado Semana Santa de mi boca, también prepara un volumen que se titula Protextos, que compila notas, conferencias, artículos, ensayos y entrevistas sobre temas académicos y culturales y una novela tentativamente titulada La ceja del tigre. Sus poemas aparecen antologados en los siguientes volúmenes de poesías: Poetas en Abril, ediciones Sociedad de la Imaginación, Medellín, 1985, Panorama Inédito de la Poesía Colombiana, Procultura, Bogotá, 1986. Revits Prometeo, Edición Especial del Festival Internacional de Poesía de Medellín, 1994, Revista Casa Silva, Dossier de Poesía del Caribe Colombiano: antología de poesía y de poetas de Sucre. Atlas poético de Colombia, Bogotá, 1996, Antología de Poetas de Sucre, Ediciones Gobernación de Sucre, Sincelejo, 1997, Cinco poetas de Sucre, Ediciones Fondo Mixto de Cultura de Sucre, 1998, Antología de la Poesía Colombiana, Biblioteca Familia, Presidencia de la República de Colombia, 1997, Quien es quien en la poesía Colombiana, Ministerio de Cultura, Bogotá, 1998. Ha participado en recitales individuales y colectivos en Colombia, Cuba, Estados Unidos e Italia.
Nelson González-Ortega. Catedrático de Literaturas Hispánicas en la Universidad de Oslo (Noruega). Obtuvo su licenciatura (Filkand) en la Universidad de Estocolmo (Suecia), su Maestría (Master in Hispanic Literatures) en The University of Alberta-Edmonton (Canadá) y su doctorado (Ph.D. in Spanish Language and Literature) en The University of Wisconsin-Madison (EE.UU). Ha enseñado en universidades de Canadá, Estados Unidos, Suecia y Noruega. Actualmente participa en el proyecto multicultural sueco (1999-2004): "Literature and Literary History in a World Context". Sus especialidades son la novela hispanoamericana de los siglos XIX y XX y la teoría literaria del siglo XX. Sus libros y artículos literarios han sido publicados en Escandinavia, Estados Unidos y América Latina. E-mail:: nelson.gonzalez-ortega@kri.uio.no

Öscar Arquez Van-Strahlen. Licenciado en Ciencias Sociales y Económicas, Administrador Publico, Especialista en Orientación Educativa y Desarrollo Humano, Miembro de Número de la Academia de Historia de Mompox y de la Fundación Cultural de Mompox, Docente del Colegio Pinillos.
Óscar Blanco Mejía.- Escritor, investigador e historiador. Nació en Bogotá el 10 de junio de 1974, pero está radicado en la ciudad de Bucaramanga. Magíster en Historia, profesión que ejerce como docente. Es autor de los libros “Jacinta”, “Las Trayectorias del Catolicismo Político en Colombia, 1885-1953” y “La nación católica durante la Regeneración (1886-1900) perspectivas historiográficas”.

Rafael E. Yepes Blanquicet.- Escritor, poeta, narrador e investigador. Nació en Cartagena el 22 de diciembre de 1954. Realizó sus estudios primarios en el Colegio San José de Torices y bachillerato enla Escuela Normal Piloto de Cartagena. Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad de Santo Tomás y especialista en Didáctica del Lenguaje de la Universidad de Cartagena. Ha sido docente del Liceo de Bolívar, Centro Nocturno Madre Bernarda, Ciudad Escolar de Comfenalco, Universidad de Pamplona y la Institución Educativa Ana María Vélez de Trujillo, de la que es Coordinador. Es autor de los poemarios “Poemas Visuales”, “Presentimientos”. Entre sus obras narrativas están “Ese lunar que tienes tú” y otros cuentos (1994-2008). “El erotismo como metáfora del poder” (Ensayo). “El carácter carnavalesco de la poesía de Luis Carlos López” (2008), trabajo con el cual ganó en el Concurso Escribe Caribe, en la modalidad de Ensayo. “La Huelga de Las Bananeras: Un episodio macondiano a la sombra del sindicalismo colombiano del siglo XX”, Ensayo (2008). Miembro de varios talleres literarios, entre ellos Yngermina.