sábado, 4 de julio de 2009

Joce G. Daniels G.

Palabras pronunciadas en el acto de instalación del
VII Parlamento de Escritores e
Intelectuales del Caribe Colombiano
en homenaje a
Meira Delmar, Fanny Buitrago y
Judith Porto de González
“Para someter la ideología
y la política a los riesgos de la Literatura”

Cartagena de Indias,
1de julio de 2008
Museo Histórico de Cartagena –
Palacio de la Inquisición

Hoy hace exactamente cinco lustros, cuando muchas de las personas que se encuentran en este sagrado recinto, aún todavía eran unos bebés y otras daban los primeros pasos por las letras del abecedario, en Mompox, la primera ciudad que en el Virreinato de la Nueva Granada desafió el poder español y proclamó su independencia absoluta de España y de toda dominación extranjera, nos reuníamos en el marco del IV Encuentro de Escritores de la Costa, con el objeto de conmemorar el primer centenario de la muerte del poeta Candelario Obeso y de exaltar su exigua pero significativa obra para el pensamiento y la literatura colombiana y universal.
Posteriormente en esta misma fecha, en años recientes, ha sido tradicional el Parlamento de Escritores e Intelectuales del Caribe, que de una u otra forma ha exaltado los nombres de Juan José Nieto, iniciador de la novela histórica en Colombia, Abel José Ávila Guzmán, el infatigable fabulador de Lata, Jairo Mercado Romero, figura cimera del cuento colombiano, Jorge Artel, el más importante poeta colombiano del siglo XX y Manuel Zapata Olivella, el gran oricha de la diáspora de los negros africanos esclavizados y, naturalmente de sus ancestros afroamericanos.
Por eso, para utilizar una frase de cajón, hoy como ayer, nuevamente asistimos a una nueva cita del pensamiento, la reflexión, el análisis, la controversia y el debate, para escudriñar, escarbar y proponer las innovaciones y aportes a las letras nacionales de la narrativa de Fanny Buitrago, la poesía de Meira Delmar y el teatro de Judith Porto de González.
Acerca de la afirmación de que toda literatura es política, algunos escritores guardan reservas y otros simplemente discrepan, es necesario que en este Parlamento, en que habrá, además de los trabajos sobre las escritoras mencionadas, tendremos investigaciones acerca de la relación entre política y literatura, literatura e ideología, análisis a los trabajos y a la vida de Candelario Obeso y Jorge Artel, Ramón Finges y Antonio María Zapata, también en los foros se obtengan conclusiones que nos permitan ampliar la senda para que un futuro no muy lejano, la literatura sea de verdad verdad esté dirigiendo los hilos de la hermenéutica del poder.
Pero, antes de adentrarme un poco a esta gran utopía del Parlamento de Escritores, quiero de todo corazón, en mi condición de presidente de la Asociación de Escritores de la Costa, del equipo de trabajo, de los miembros de la Junta Directiva, del Coordinador del Parlamento, poeta Álvaro Suescun, y de quienes de una u otra manera han hecho su aporte a este evento, darles a todos ustedes, con el corazón en la mano como lo hacen los campesinos de mi pueblo Talaigua, un saludo de bienvenida, a la ciudad, Arcadia del Caribe, en donde según el poeta Luís Carlos López, /se come arroz, carne y arroz/. A los escritores de Medellín y Barranquilla, de Calarcá y Magangué, de Tolú y Santa Marta, de Bogotá y Sincelejo, de Riohacha y Corozal, de Necoclí y Bucaramanga, de Ciénaga y Montería, y naturalmente a los escritores de Cartagena.
También quiero agradecer a las instituciones y organizaciones que con su apoyo económico o en especie, hicieron posible la realización de este evento. Al Ministerio de Cultura, al Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, al Fondo Mixto Departamental de Promoción de la Cultura, al Fondo Mixto de Promoción de la Cultura y las Artes de Cartagena, al Museo Histórico de Cartagena-Palacio de la Inquisición, al Centro de Formación de la Cooperación Española, a la Asociación de Maestros Jubilados de Bolívar AMAJUBOL, a don Florentino Borbúa, a la empresa Araujo y Segovia y, naturalmente a todos ustedes señores escritores que con su presencia garantizan el éxito del evento.
Este no es un Parlamento tradicional, como los parlamentos de lores y comunes, condes y plebeyos, pares y validos, senadores y representantes, burócratas y politiqueros, mandaderos y correveidiles, pícaros y rufianes, ediles y diputados. Este un Parlamento sin puestos y sin burocracia, sin leyes ni decretos, sin enmiendas y sin constituciones. Es un Parlamento sui géneris. Es un Parlamento de escritores y cuyos miembros se eligen por propia voluntad, sin ninguna clase de triquiñuelas, cocherazos o trampas. Gracias a Dios y a su Santidad el Papa Benedicto XVI, a San Agatón, patrono de periqueros, bailadores y toreros, no tenemos, representantes, delegados vitalicios y tampoco mensajeros en la Picota, Paipa o La modelo. El único salvoconducto para acceder a este Parlamento es la impronta de la palabra, oral o escrita.
De allí que la política del Parlamento no puede ser una política oficial de decretos y compromisos, tampoco de leyes y contubernios, sino que debe constituir un arriesgado experimento de alteridad, donde la única credencial que nos legitima para participar, hablar, debatir, controvertir y discernir es la palabra oral o escrita consignada en nuestras obras. Este Parlamento tiene marcada en su astrolabio, tiene señalada en su brújula, tiene signada en su proa, la ruta que le marca la literatura, y en especial, aquella que vislumbra un horizonte promisorio para las generaciones actuales y venideras.
Los escritores de hoy no podemos eludir o hacer gambeta a la situación que vive la sociedad, el escritor debe meterse de lleno en la sociedad, escarbar verdaderamente sus problemas y llevarlos al plano literario, debe haber un compromiso político, entendiendo este como lo entendieron los griegos, en tiempos en que gerontes y aedas se sentaban en los bancos del ágora para analizar los problemas de la ciudad, los problemas de los habitantes de las polis. El escritor no es político, pero sufre el ataque de la ideología política. El escritor no es ideólogo, pero sobre su obra cae el peso de la censura. El escritor no sociable, pero el Estado lo ve como subversivo de la sociedad. Si el escritor logra crear un mundo a su alrededor solo con la ficción, mucho más podrá atraer a ese público si su discurso es humanista y penetra en la medula de la propia sociedad. Ese imaginario narrativo que brota como una alfaguara encantada en la mente del escritor, también debe brotar como un imaginario social. No podemos quedarnos callados frente a lo que acontece a nuestro alrededor. Para nosotros es esencial que sepamos que miles de familias en el país, en estos momentos se encuentran bajo el peso del dolor y el sufrimiento por los falsos positivos. Que por las calles de ciudades, villas, pueblos, aldeas y laderas, deambulan familias enteras, unas refugiadas de la guerra y otras por los desplazamientos forzados. Que el crimen organizado acecha a quien discrepa de la política de seguridad del Estado. No debemos ser sordos a los clamores de cientos de indígenas que luchan y blanden el lábaro de la reivindicación de sus tierras que son usurpadas y sometidas por la clase oligárquica del país en connivencia con agentes del Estado. Tampoco podemos quedarnos callados, ante la arremetida del presidente Uribe, que a costa, de enmiendas y enmiendas, de reelección y reelección, con su cáfila de palafreneros y turiferarios en el congreso y en el gobierno, como los dictadores modernos quiere perpetuarse en el poder. El escritor no debe perder de vista la pérdida de valores que sufre el pueblo colombiano debido a la falta de atención del Estado y de estímulos que permitan un mejor estado de vida.
Este Parlamento debe ser celoso y denunciar toda clase de discriminación, especialmente la que sufren algunos afrodescendientes en Cartagena.
Hay que estar vigilante respecto a la censura y mordaza que el gobierno trata de imponer a aquellos medios alternativos que muestran la otra cara de la información. Sobre Hamlet, aún ochenta años después en Etiopía, pesa una orden de censura. La Literatura es materia de censura y de discriminación por que siempre es una expedición de la verdad.
Jorge Amado, uno de los escritores más vendidos del mundo, aún después de su muerte sigue siendo el más discriminado de los escritores en el Brasil, por las academias, que soslayadamente han tratado de opacar su grandeza, quizás porque en el año de 1951 la academia de ciencias de la URSS, le otorgó el premio Stalin de Literatura.
Saramago en su Ensayo sobre la Lucidez, nos induce a la reflexión política, y nos conduce asidos de la mano, en estos comienzos del siglo XXI, al diálogo sobre los problemas fundamentales que afectan al desarrollo de la sociedad mundial y al protagonismo del pensamiento y la reflexión en el orden de la organización y funcionamiento de las comunidades humanas.
El Matadero, de Esteban Echeverría, una obra de apenas 22 páginas que se encuentra por ahí tirada en el suelo, en esas librerías de a 2 por 3, es quizás la obra de más contenido político que se haya escrito en la historia de la Literatura Universal. El relato se centra en el momento inmediato posterior a la emancipación americana, momento en que reina el caos en Argentina y surge la figura de Rosas, un tirano.
Sabemos que las amenazas a la libertad intelectual no terminaron con la Edad Media o Hitler, ni con el colapso de la Unión Soviética. En el siglo XXI todavía hay individuos, organizaciones y gobiernos que tratan de controlar el flujo espontáneo de información que de alguna manera pueda poner en peligro su propia posición intelectual o estructuras de poder. Hay quienes oprimen al individuo abiertamente. Otros lo hacen en la oscuridad, donde reina el chantaje y la amenaza, especialmente cuando se aplican a quienes han sido o pueden ser despojados de asideros emocionales y económicos. De allí señores escritores que tenemos una gran responsabilidad con el país, con la sociedad y con nuestros literatura.
Antes de finalizar, en mi condición de capitán de este coloso que ahora es apenas un pigmeo, hecho con la estructura de nuestras voces y palabras, que surca contra viento y marea las procelosas aguas del Caribe, quiero agradecer públicamente la presencia en este acto de la Dra. Vilma Verbel Martel, secretaria de Educación y Cultura del Departamento de Bolívar, Dra. Gina Ruz Rojas, directora del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, Dra. Viviana Gamboa, delegada del Ministerio de Cultura, Doña Marecela Nossa, gerente del Fondo Mixto Distrital de la Cultura, al Dr. Moisés Álvarez, director del Museo Histórico de Cartagena – Palacio de la Inquisición, a Doña Mara Berrocal, gerente del Fondo Mixto de Cultura de Bolívar, a la Asociación de Maestros Jubilados de Bolívar, a su presidente el eximio don Manuel María Maturana, al Centro de Formación de la Cooperación Española y algunas personalidades como don Antonio Botero Palacio, don Florentino Borbúa del Castillo, y las empresas privadas que nos dieron el aliento para luchar por nuestra causa, pues sin el apoyo de ellos hubiese sido difícil este evento y, naturalmente agradecerle también a los hijos bastardos y mayores de la tecnología: el computador y el Internet.
En fin podría expresar muchas, pero muchas opiniones, casi con la inmensa alegría que tuvimos hace veinticinco años bajo la fronda tupida de los ancianos sancuaraños en el bosque Santander de Mompox, cuando le tributábamos el primero de los homenajes, cien años después de muerto a Candelario Obeso, el iniciador de la poesía negra en América y por esos caprichos del inexorable dios Destino, en esta fecha le deparamos un homenaje a tres grandes femeninas de nuestra Literatura.
En fin señores escritores, asistentes a este VII Parlamento, no tenemos otra alternativa o seguimos como unos anacoretas o monjes del siglo XVI, observando desde los minaretes y murallones de los medievales castillos y conventos lo que pasa en el mundo o nos metemos de lleno en la sociedad, como esos toreros suicidas de la Plaza Majagual de Sincelejo, y pugnamos por un verdadero cambio social. El debate está abierto.
Muchas gracias

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