lunes, 1 de noviembre de 2010

Reinaldo Bustillo Cuevas

CANTO AL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR
Reinaldo Bustillo Cuevas
Miembro de la Asociación de Escritores de la Costa
(VIII PARLAMENTO NACIONAL DE ESCRITORES)


Tres centurias hacía que la raza aborigen,

de este lado del mar,

en las fértiles tierras, que llamamos América,

bajo el peso gemían

de opresoras cadenas;

la sonrisa de otrora transformose en un rictus

de macabro dolor;

el fulgor de su danza se cambió por desfiles

de luctuoso color.

El temor a la vida,

el desprecio a sí mismo,

la renuncia al esfuerzo,

en el alma del hombre

arraigaron del modo, que las lianas se abrazan

en la selva cuajada.

Mas el dios del nativo, se cansó del estado

de abyección y bajeza que el tirano imponía

al esclavo de América;

y brotó de la tierra

y del mar y la selva,

un guerrero mestizo

que del Guaire venía,

¡centellantes los ojos y en la espada mil fuegos!,

a romper las cadenas

que abrazaban las carnes

del rebelde oprimido.

De Alejandro, los sueños,

la grandeza del César,

de Mío Cid el valor.

los centauros de Grecia le quedaron pequeños

al medir con sus pasos las distancias enormes

que separan sus pueblos.

Gigantescos los Andes, parecieronle oteros;

y las selvas inmensas, fueron cotos no más,

a sus ansias divinas de llevar estandartes

con marciales arrestos, a los pueblos rebeldes,

que impacientes miraban sus desgracias correr.

Su grandeza no tuvo, ni tendrá en el futuro

la manera precisa de poderla medir:

Por el norte Jamaica,

con su carta rebelde;

y en la Heroica Ciudad

la proclama guerrera

que invitaba a los pueblos a buscar libertad.

En su patria, con triunfos,

anunció en Carabobo, derrotero final.

Por el sur fue Junín y Ayacucho también

que mostraron su gloria, para siempre inmortal.

Boyacá por el este,

Angostura y el llano

para darle linderos, como nunca jamás

se pudiera soñar;

y el dolor de Berruecos,

por el lado poniente, donde el sol agoniza,

demarcó su tristeza, para darle contornos

a los campos inmensos do nació su grandeza,

¡su grandeza inmortal!.

En Bolivia las leyes, sus conceptos recogen,

para darle el impulso

que su pueblo requiere

de llegar con altura, por caminos de paz,

a un futuro triunfante donde el orden impere

y también libertad.

Mas algunos le niegan

con ruindades sus méritos;

y la nieve del tiempo

coronó su cabeza,

y su frente arrugada,

sin llegar todavía

a una edad avanzada,

senectud semejó.

El río de la patria destejió sus caminos;

con el alma cansada

de decirle a los hombres

la maldad que causaba,

a la patria naciente,

las intrigas perversas;

y buscando la mar

que en los años futuros

su mortaja será

hasta un monte de nieve, que se mira en las aguas,

caminó sin parar,

y detuvo sus pasos

en ciudad de Bastidas;

allí volvió a unirse

para siempre jamás

con su gloria inmortal.

Gran Colombia lo llora,

mas no pudo entender

al caudillo gigante

que soñó con la gloria

de una Patria Triunfal.



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