CANTO AL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR
Reinaldo Bustillo Cuevas
Miembro de la Asociación de Escritores de la Costa
(VIII PARLAMENTO NACIONAL DE ESCRITORES)
Tres centurias hacía que la raza aborigen,
de este lado del mar,
en las fértiles tierras, que llamamos América,
bajo el peso gemían
de opresoras cadenas;
la sonrisa de otrora transformose en un rictus
de macabro dolor;
el fulgor de su danza se cambió por desfiles
de luctuoso color.
El temor a la vida,
el desprecio a sí mismo,
la renuncia al esfuerzo,
en el alma del hombre
arraigaron del modo, que las lianas se abrazan
en la selva cuajada.
Mas el dios del nativo, se cansó del estado
de abyección y bajeza que el tirano imponía
al esclavo de América;
y brotó de la tierra
y del mar y la selva,
un guerrero mestizo
que del Guaire venía,
¡centellantes los ojos y en la espada mil fuegos!,
a romper las cadenas
que abrazaban las carnes
del rebelde oprimido.
De Alejandro, los sueños,
la grandeza del César,
de Mío Cid el valor.
los centauros de Grecia le quedaron pequeños
al medir con sus pasos las distancias enormes
que separan sus pueblos.
Gigantescos los Andes, parecieronle oteros;
y las selvas inmensas, fueron cotos no más,
a sus ansias divinas de llevar estandartes
con marciales arrestos, a los pueblos rebeldes,
que impacientes miraban sus desgracias correr.
Su grandeza no tuvo, ni tendrá en el futuro
la manera precisa de poderla medir:
Por el norte Jamaica,
con su carta rebelde;
y en la Heroica Ciudad
la proclama guerrera
que invitaba a los pueblos a buscar libertad.
En su patria, con triunfos,
anunció en Carabobo, derrotero final.
Por el sur fue Junín y Ayacucho también
que mostraron su gloria, para siempre inmortal.
Boyacá por el este,
Angostura y el llano
para darle linderos, como nunca jamás
se pudiera soñar;
y el dolor de Berruecos,
por el lado poniente, donde el sol agoniza,
demarcó su tristeza, para darle contornos
a los campos inmensos do nació su grandeza,
¡su grandeza inmortal!.
En Bolivia las leyes, sus conceptos recogen,
para darle el impulso
que su pueblo requiere
de llegar con altura, por caminos de paz,
a un futuro triunfante donde el orden impere
y también libertad.
Mas algunos le niegan
con ruindades sus méritos;
y la nieve del tiempo
coronó su cabeza,
y su frente arrugada,
sin llegar todavía
a una edad avanzada,
senectud semejó.
El río de la patria destejió sus caminos;
con el alma cansada
de decirle a los hombres
la maldad que causaba,
a la patria naciente,
las intrigas perversas;
y buscando la mar
que en los años futuros
su mortaja será
hasta un monte de nieve, que se mira en las aguas,
caminó sin parar,
y detuvo sus pasos
en ciudad de Bastidas;
allí volvió a unirse
para siempre jamás
con su gloria inmortal.
Gran Colombia lo llora,
mas no pudo entender
al caudillo gigante
que soñó con la gloria
de una Patria Triunfal.
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